dilluns, 25 de gener del 2021

LA ERA BIDEN. ESTADOS UNIDOS Y SUS FRACTURAS INTERIORES.


 Hay situaciones que son altamente simbólicas. La ceremonia de la toma de posesión de Joe Biden como 46º presidente de los Estados Unidos estuvo rodeada de una medidas de seguridad sin precedentes, per primera vez en la historia se desplegaron ni más ni menos que casi 30.000 agentes para garantizar la seguridad, el síntoma es claro y evidente: el país está dividido en dos mitades cada vez más distanciadas y con sectores internos cada vez más radicalizados.

No digamos que este despliegue de seguridad se debió solo al asalto del Congreso por parte de seguidores de Trump, el motivo es algo mucho más profundo. Estados Unidos lleva meses sumido en una violencia permanente, física y dialéctica. Recordemos los episodios de violencia protagonizados por los BLM y los Antifa, que provocaron varios muertos, y recordemos también frases como la de Hilary Clinton  calificando de “basura blanca” a los votantes de Trump, o afirmando que “los Estados Unidos han condenado a Trump”, menospreciando de una manera impresentable a los 75 millones de americanos que le han votado, es decir más del 47% de la población, o lo que es lo mismo, la mitad de país, o frases como la de periodista John Carlin que en La Vanguardia dijo: "la derrota de Trump es un alivio para la totalidad del mundo pensante", insultando y calificando a la mitad de la población de los EE.UU como “no pensantes” o,  cuando  TV3 señaló que el cambio de dirigentes era de transcendental importancia porque  “el Tío Joe (como se conoce  coloquialmente a Biden), será HUMANO"!!, como si Trump no lo fuese; todo esto,  unido a los indicios (no digo certezas pero sí indicios) de fraude electoral, más el asesinato increíble e injustificable de la patriota Ashli ​​Babbit a manos de la policía, creó un clima de máxima tensión política, que mucho me temo irá a más durante el mandato de Biden.

Siguiendo con el simbolismo, hemos de recordar que la persona elegida para cantar el himno de los EEUU en la ceremonia de toma de posesión, fue la cantante conocida como Lady Gaga, ejemplo donde los haya de vulgaridad, mal gusto y decadencia, otra señal de lo que nos espera durante el mandato de Biden.

 Las primeras palabras de Biden el día de su toma de posesión  fueron “tenemos que acabar con esta guerra incivil”, lo que significa el reconocimiento de esa fractura interna de los Estados Unidos por su parte, algo que no creemos que él pueda solucionar y menos en un contexto político novedoso para estos cuatro años en el que no habrá contrapesos políticos ni institucionales; por primera vez en 70 años el partido Demócrata consigue lo que se llama la "trifecta" es decir la presidencia del Gobierno, la mayoría de Congreso (Cámara de Representantes) y la Mayoría en el Senado, lo que  hará que Biden -Kamala impongan su programa político en forma de rodillo, y ya hemos visto lo que piensa de la mitad de país a que gobernarán, es un peligro que hará que los fracturas internas aumenten. Una situación institucional que tendrá consecuencias negativas.  

 

Un país dividido

 

-La fractura política.

 Los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos dieron un 51% de votos al ganador, Joe Biden, y un 47,2% a Donald Trump, el candidato “derrotado” logró más de 72 millones de votos, es decir supera en nivel de apoyo a la casi totalidad de los anteriores presidentes electos. La diferencia de votos señala una división por la mitad de un país, precisamente entre un partido demócrata, que nunca había estado tan a la izquierda y un partido republicano que nunca había estado tan a la derecha. Lejos de la afirmación de Hillary Clinton, los americanos han estado muy lejos de “enterrar” al trumpismo,

 

--Fractura interna en el Partido Demócrata.

El presidente Biden y la vice-presidenta Harris, representan cada uno a las dos sensibilidades internas que cohabitan en el partido demócrata. El primero, un hombre del equipo de Obama, a la más moderada y centrista, una especie de sociademocracia en términos europeos, Harris represente el ala izquierda del partido que tuvo como candidato a la nominación al senador Sanders y a la que ahora se han unido las llamadas SQUAD, mujeres congresistas del ala izquierda del partido, lideradas por la congresista portorriqueña Alexandra Ocasio-Cortez y de la que forma parte Ilhan Omar, la primera congresista musulmana de los EEUU.  Puntualizamos que Harris, que sería presidenta si Biden falleciera durante estos cuatro años, es de padre jamaicano y su madre es originaria de la India, Kamala se va a formar en el ambiente político al que pertenecía su madre, el de los grupos negros radicales de los años 60-70: los Panteras negras y el Black Power, organizaciones políticas violentas y supremacistas negras.

 El mismo día del asalto al Capitolio, el partido demócrata tuvo una victoria clave logrando los dos senadores por el Estado de Georgia, cuando todas las encuestas previas idicaban que uno sería para ellos y otro para los republicanos, estos dos candidatos demócratas electos también representan a cada una de esas dos facciones internas. El cabeza de lista, el afro-americano Raphael Warnock, represente el ala izquierda, la agenda Milenian y es abiertamente pro-palestino. El número 2, el médico judeo-americano Jon Ossoff, es el representante del sector centrista, añadir que el poderoso lobby judío, -incluido de momento Goerge Soros- del partido demócrata apoya a este sector centro-izquierdista liderado por Biden, y está representado de una forma llamativa en la composición de la nueva Administración estadounidense.

Biden intentará por todos los medios conjugar con equilibrios estas dos sensibilidades internas, posiblemente lo logre, el centro-izquierda siempre ha sido más “disciplinado” en estas cuestiones internas, aunque para hacerlo tenga que hacer nombramientos como el reciente de Anita Dunn, que fue destituida como asesora de comunicación de la Casa Blanca por el propio Obama, al hacerse públicas sus declaraciones sobre el dictador criminal comunista, Mao Tsetung al que Dunn califica como “uno de sus filósofos favoritos”, y que ahora vuelve a formar parte de la nueva Administración liderado por Joe Biden. Y un tercer factor semi-interno al que Biden tendrá que hacer frente es el de los BLM y Anit-fa, creados a servicio de la causa demócrata pero que ahora empiezan a tachar a Biden de “moderado” y reclamar “venganza” contra los republicanos, el día siguiente su toma de posesión, militantes de estos grupos asaltaron la sede del partido demócrata en Seattle, puede ser una advertencia.

 

--Fractura en el interior del Partido Republicano.

En el partido republicano la fractura no es menor. Trump fue desde el principio un outsider no bien recibido por la estructura tradicional del partido, que no apoyó su nominación interna, y una vez lograda no le apoyó durante la campaña electoral, la ausencia de los anteriores presidentes republicanos en sus actos (Bush padre e hijo) fue notoria, también lo ha sido al final de su mandato, donde no sólo muchos dirigentes republicanos se han desmarcado y opuesto a la estrategia de Trump, sino que incluso varios congresistas republicanos han votado a favor de su “impeachment”. Trump, en cierta manera, es otro reflejo de una corriente sociológica que se ya se manifestó con Sarah Pallin, el Tea Party, y que hunde su ideología en los principios del Mayflower y los “padres fundadores de los Estados Unidos”, a la que podríamos sumar a Patt Buchanan –notando que este es católico y por lo tanto no WASP sino concretamente WC- y el propio David Duke, que –recordemos-  fue congresista por Luisiana y candidato a gobernador de dicho estado por el partido republicano logrando el 40% de los votos, es decir casi el 60% de los votos de la población blanca.

Desde los años 70 el partido demócrata abandonó al elector del Medio Oeste: blanco, obrero cualificado, agricultor o pequeño propietario, religioso y amante de su país, que se encuentra cada vez más radicalizado y dispuesto a apoyar a opciones patrióticas, más aún desde que muchos de ellos se han convertido en clase social precaria por la crisis económica y el olvido de la Administración central, que subsidia a minorías y se olvida de los pobres y desclasados de la mayoría blanca.

 

En este contexto político interno las opciones son varias:

---Que el aparato tradicional del partido vuelva a hacerse con el control del mismo, entonces la pregunta es: ¿Trump y los suyos aceptaran ser relegados a la irrelevancia?, y otra aún más importante, ¿los votantes que han apoyado a Trump, lo harán a un partido republicano centrista y moderado?

---Si las dos respuesta a las preguntas anteriores son no –que es lo más lógico- entonces, Trump fundaría un tercer partido y la pregunta inmediata sería, ¿los cada vez más “radicalizados”· votantes blancos del centro y sur del país reconocerían a Trump como líder? Porque ya son muchas milicias patrióticas las que le acusan de “débil y traidor”. Y el mismo trumpismo tiene contradicciones internas, señalemos por ejemplo que su hija Ivanka, casada con quiere ser heredera política de su padre y de serlo dudamos muchísimo que ella sea aceptada como referente por los que han apoyado hasta ahora a su padre.

 ---Podríamos encontrarnos entonces ante el caso de un tercer partido, que incluso podría no estar dominado por Trump ni el trumpismo, y que sería una realidad políticamente interesante, y a la que prestaríamos mucha atención en este blog, si se llegase a producir. Hay analistas que señalan que este partido buscaría un líder más duro que Trump, y por cuestiones de la demografía de los EE.UU. y por la creciente distancia entre la Administración central y los estados del centro-sur ya no aspiraría a ser el motor de una renovación nacional el “Make America Great Again”, para ir progresivamente defendiendo la idea de una posible escisión de los estados donde son mayoría demográfica y política

 

-La fractura etno-geográfica.

Solo mirar al mapa de los resultados electorales de las elecciones presidenciales, basta para ver hasta qué punto el país está partido por dos. Trump gana en todos los estados del centro, mientras que Biden lo hacen en los estados de las cosas tanto la pacífica como la atlántica. Y si analizamos los resultados de los ciertos estados de estas dos zonas, vemos que en lo que gana Trump, lo hace con enorme diferencia (p.e. Oklahoma y  Wyoming), mientras que en lo hace gana Biden también lo hace con enorme ventaja (p.e. California y  Nueva York). Precisamente los estados cuyos resultados han estado en cuestión (Nevada, Michigan, Pensilvania, Georgia) están en la zona de transición entre ambas zonas.

La geopolítica señala que hay dos realidades en contradicción permanente: una realidad marítima, de mentalidad comercial, poder talasocrático y de ideología política liberal-mercantilista, y otra interior de mentalidad tradicional, de trabajo antes que comercial, proteccionista, continentalista y de mentalidad conservadora. Si bien la geopolítica no es una ciencia exacta y menos cuando pretende ser determinista, sí es una ciencia auxiliar que ayuda a analizar la realidad y en este caso efectivamente lo hace.

Pero la fractura no es solo geopolítica y también etno-politica: las costas son sobre todo sociedades multirraciales y multiculturales, donde la elite WASP es principalmente de origen inglés y holandés, con importante presencia de blancos irlandeses e italianos, y –como decimos- en un contexto fuertemente multirracial, mientras que los estados del interior son en su inmensa mayoría blancos (excepto algunos del sur), y esa población blanca es mayoritariamente de origen alemán, en segundo lugar irlandés del norte (los llamados Scott-Irish) y en tercer lugar (en el norte) descendientes de colonos escandinavos.

La tendencia a la separación de California, que de haber ganado Trump se habría agudizado, y a la incipiente de Texas, se unirá esta situación de progresiva ruptura del interior blanco. Muchos ya señalaron que EE.UU. iría a esta situación interna hace muchas décadas, lo que no sería más que la constatación de que el melting-pot no funciona ni siquiera en el país que lo adoptó como su modo de construirse.

Respecto al resto de temas que caracterizarán la era Biden, serán mucho y afectarán a todos los aspectos políticos, mediático, sociales y económicos del país, pero en este artículo queremos señalar tres.

 

Imposición de la ideología mundialista en todos sus aspectos: el reciente nombramiento de Rachel Levine un transexual como ministro de Sanidad pone de manifiesto la implicación de la Administración Biden en lo que se ha dado en llamar “ideología de género” y que no es más que le destrucción de toda lo que sea normalidad en los ámbitos de sexualidad y familia La reciente propuesta del Partido Demócrata en la cámara de representantes para prohibir el uso de sustantivos gener-specific como: father/mother, son/daughter brother/sister, uncle/aunt es otra lamentable señal de lo que está por venir.

Puertas abiertas a la inmigración: Biden  ha prometido un cambio en la política de inmigración, esto sabemos que significa facilitar la entrada a millones de inmigrante nuevos. Estos mismos días hemos visto columnas interminables de centroamericanos que se dirigen hacia los Estados Unidos. Todos sabemos lo que significa esta nueva inmigración y el impacto social y económico que tendrá en Estados Unidos, donde de nuevo los grandes perdedores será la clase trabajadora blanca, eso que Hilary llama la “basura blanca”, que nunca recibe las ayudas y subsidios que reciben las "minoría raciales" por el hecho de serlo.

Por su parte Kamala Harris ya ha anunciado un plan para legalizar a 11 millones de inmigrantes ilegales antes de 2028, 
Para
2028 el factor determinante serán estos inmigrantes ilegales regularizados por los demócratas que obviamente todos votarán demócratas, además en un situación dentro de 8 años donde el blancos habrán retrocedido aún más demográficamente. La consecuencia de todo esto es clara ganar en 2024 -mediante la demonización de la oposición- y haber creado para 2028 una situación demográfica y políticamente irreversible para la blancos y en general para cualquier opción patriótica gracias al aumento numérico de los inmigrantes legalizados y con derecho a voto. Es la demografía aplicada a la política.

Ecomomía: Trump ha reactivado la economía de EEUU y ha hecho bajar el paro, es algo que no discuten ni sus mayores enemigos. La gestión de Tump se basó en una política arancelaria que evitó la entrada de productos chinos a precio barato y las deslocalizaciones empresariales especialmente hacia México, Biden acabará con estas políticas, al ser enemigo de los aranceles a los que considera "nacionalismo ", así que el paro y la desindustrialización volverán en EEUU. Sumado a ello, tenemos la circunstancia que Biden ha anunciado un estímulo fiscal de 1,9 trillones americanos de dólares. La bolsa ha reaccionado con cierto escepticismo en el plan de Biden, porque podría suponer una rápida inflación de país. Como decía el premio Nobel de economía Krugman el endeudamiento aún es posible, pero siempre que se invierta dinero en proyectos rentables económicamente, como infra-estructuras o energías renovables, el problema, la sospecha es que Biden gaste una parte importante de este dinero a cubrir la deuda de Estados bajo control demócrata endeudados, en subvenciones a minorías raciales y en  instituciones de propaganda de lo políticamente correcto, lo que sumiría en EEUU en un grave caos.

Como afirma el famoso economista Richard Wolff, Biden quiere tornar a la “normalidad” pre-Trump, es decir volver a la normalidad del capitalismo global.

Éstas son las claves a las que se enfrenta la nueva Administración estadounidense, auguramos unos años difíciles, intensos, y recogiendo el término de Spengler, decisivos. En un próximo artículo analizaremos la realidad internacional y su impacto en la política mundial que tendrá la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.

 

Enric Ravello Barber.

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