dimarts, 9 de maig del 2017

ELECCIONES PRESIDENCIALES FRANCESAS: LA BANCA GANA.

Emannuel Macron, el criado de lujo de la familia Rothschild y el botones mimado de toda la casta banquera y mundialistas –también llamada “banksters”- es el nuevo Presidente de Francia.  Nada extraño en el resultado final de las elecciones presidenciales ni en su iconográfica escenificación, con la pirámide del Louvre de fondo, para quien quiera entender el simbolismo es más que evidente.
En esta segunda vuelta lo importante era ver qué porcentaje de votos era capaz de lograr la candidata “disidente”, Marine Le Pen, que se enfrentaba a toda la poderosa maquinaria de lo políticamente correcto, esta vez de nuevo en “movilización general” para evitar que el debate real entre el candidato de las elites, la islamización, el capitalismo salvaje y el ultra-liberalismo económico y la candidata del pueblo llegase a los medios de comunicación masivos. Nada nuevo bajo el Sol.

Centrándonos en el resultado del que hablábamos antes, Marine Le Pen ha logrado un 33,93% de votos porcentuales, lo que equivale a unos 11 millones de votos. Seamos realista, con toda la prensa en contra, con la cantidad de inmigrantes “nacionalizados franceses” y con derecho a voto y con la composición político-sociológica de la población francesa, es imposible e injusto calificar este resultado como “malo”, el problema es que tampoco es “bueno”, y no lo es respecto a las encuestas de hace meses y  -más grave- respecto a las propias proyecciones que había hecho el Front National que aspiraba a llegar al 40%. Esto es precisamente lo que ha provocado los primeros movimientos internos en el partido.  

Ha sido el padre de Marine y fundador del Partido, Jean-Marie Le Pen, quien ha señalado directamente y sin rodeos es grave error del Marine y su equipo en esta campaña electoral, declarando que: “se ha puesto  excesivo énfasis que su campaña ha prestado al euro y Europa en detrimento de problemas más urgentes como la inmigración” añadiendo "Hay que hablar de los verdaderos problemas: de la inmigración en masa, y de las crisis demográficas” y culpando de este error al actual número dos' del partido Florian Philippot. Ésta es sin duda la clave del resultado de Marine, que en unas circunstancias como las actuales: con una crisis económica insostenible, con paro, deslocalizaciones, aluvión migratorio y centenares de asesinatos por parte del integrismo islámico en suelo francés, debería haber aprovecha la ocasión, ir directamente a estos problemas, y no entrar en cuestiones tan anti-populares como la salida de la UE y su confusa política sobre el euro, durante la campaña electoral; Marine llegó a afirmar que mantendría el euro para el exterior mientras que dentro de Francia se usaría el franco, evidentemente un experto en banca como es Macron destrozó este argumento durante el debate electoral, dejando en evidencia a una candidata que no tenía claro algo tan básico como cual o cuáles iban a ser las monedas de la República de Francia, un fallo que nadie se puede permitir.

Ahora las aguas volverán a tranquilizarse hasta las elecciones legislativas de junio, en las que el Front National se juega parte de su futuro y debe luchar por lograr el mayor número de diputados. De no ser así, las grietas internas comenzarán a estallar. Marine ha dicho que en el próximo congreso el partido se “renovará” pero no sabemos en qué línea lo hará. Si reforzará la línea euroescétpica de Florian Phillipot o la línea “derechista” de Marion Le Pen, ambos enemigos irreconciliables.

Lo que es cierto es que el FN debe pensar ya en las presidenciales de 2022, cuando votarán chicos y chicas que ahora tienen 13 años y que jamás han visto un franco, moneda que sólo conocerán por las referencias de sus padres y abuelos. Es hora de ir actualizando el reloj, ya lo dijimos en el caso de Greet Wilders en los Países Bajos, y lo repetimos en el de Marine Le Pen en Francia: la UE no se va a romper porque los ciudadanos europeos no lo quieren, la moneda va a seguir siendo el euro porque no hay vuelta atrás. O los partidos nacionalista y populista asumen positivamente esta realidad o su discurso será cada vez más a-político y a-histórico, y no lograrán aprovechar esta oleada de rechazo a la inmigración y a la islamización que existe en toda Europa.




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