dissabte, 14 d’agost del 2021

NÚMERO 97 DE LA REVISTA IDENTITARIA LOMBARDA “TERRA INSUBRE”.

En este caso el “Focus” está dedicado a la riqueza étnica y cultura de los pueblos que habitan los llamados Alpes Lepontinos entre el norte de Italia y Suiza. Una zona tradicional de comunicación entre el sur y en centro de Europa, aún hoy en nuestro días, ahí se sitúa el famoso túnel de Gotardo.

Inicialmente la zona estuvo ocupada por pueblos de estirpe celto-ligur, que será incorpora a Roma. A partir de los siglos X y XI se hace presente una importante presencia germánica. El resultado de todo este proceso histórico es que hoy tenemos tres áreas claramente diferenciadas: la insubro-lombarda en la zona sud-oriental; la germánica al norte del Gotardo y la celto-francófona (patois vallesano) en la zona noroccidental.

Los siguientes artículos del “Focus” se refieren al elemento germanófono de estos valles y montañas alpinas. Se tratan de alamanos –en realidad con elemento bávaros y suevos- que en esta zona reciben primero el nombre de Walliser, y sucesivamente el del  Walser  -contracción del anterior- por el que son conocidos actualmente. Fundamentalmente dedicados a la agricultura y la ganadería, su presencia ha determinado el paisaje y el modo de explotación  loca. Como es propio de su herencia germánica, estos Walser tienen una fuerte tendencia a la defensa de sus particularidades, de ellos proviene el localismo político y jurídico de esta zona, que tanto caracteriza a la Confederación Helvética.  Un sucesivo artículo se dedica a una reciente hipótesis según la cual estos Walser tendrían en realidad o origen escandinavo, hipótesis defendida por el lingüista Sergio Maria Gilardino, profesor de la McGil Universtiy de Montreal y consejero del gobierno canadiense para lenguas ancestrales. Gilardino mantiene que la lengua actual de los  Walser está emparentada con el antiguo idioma de los vikingos;  para reforzar esta tesis documenta el uso –aún en época actual- de runas entre los Walser en su vida cotidiana.

El viaje cultural por esa zona alpina incluye un artículo sobre el escrito franco-suizo Charles Ferdinand Ramuz (1878-1947), el escritor suizo en lengua francesa más conocido del pasado siglo, que en su Derborence nos recuerda una historia local que nos recuerda al drama de Orfeo y Eurídice. Ramuz, gusta escribir en el francés hablando en su zona natal, cantón de Vaud, y reivindica la identidad carnal y el idioma propio como elemento de identidad por encima del artificial estado-nación de ahí su afirmación  “Suiza no existe”.

De temática local destacan en este número los artículos “Manzoni è nel cuore” sobre una exposición dedicada a Alessando Manzoni que en su obra describe como nadie la ciudad y los alrededores de su natal Lecco (Lombardía) y el del siempre interesante Andrea Rognoni sobre las leyendas y los misterios que envuelven al lago Segrino (Segrin en lombardo).

La sección de folclore mítico está dedica a Ana Sösana, la señora del reino de los Elfos, que Mirko Trabucchi pone en relación con varias figuras femeninas míticas del norte de la Península ibérica, especialmente con la diosa vasca Ana Mari. Todas ellas concreciones de la gran diosa madre. Mientras otro artículo  se ocupa de la enigmática Giöba una figura femenina ambivalente, positiva para unos; temible para otros, y siempre relacionada con un intenso color rojo.

Pero sin duda lo más destacable de este número son los extensos artículos dedicados al pueblo que da nombre a la actual Lombardía: los longobardos.

Andrea Anselmo en su artículo “Sitibondi di umano sangue: l´orda furiosa longobarda”, pone al día de forma excelente los conocimientos sobre este pueblo germánico. En primer lugar nos cuenta como su etnónimo original germánico era el de Winnler, que se traduce como “los perros furiosos” o “los victoriosos”, traducido en italiano como Vinnili. En un episodio mítico Godan (nombre por el que los Vinnili daban a Wotan-odin) pregunta e Frea (versión propio de Freya) –refieriéndose a los Vinnli- ¿Quiénes son aquellos de la brava larga? Frea le invita a darles ese nombre “barba larga: longobardos) y concederles la victoria en una batalla contra sus vecinos los vándalos. Desde entonces la barba larga se convierto para los ahora ya longobardos en un signo de poder y protección divina. Aún después de su irrupción en la península itálica como conquistadores, los longobardos mantendrán muchos símbolos  y ritos que les relacionan con su Escandinavia original: señalamos entre otros la presencia de swásticas y serpientes en su simbología, el sacrificio del caballo y el culto al perro como animal totémico. También hay una referencia a la existencia de cultos iniciáticos para la elite de la casta guerrera que serían idénticos a los de los conocidos berserker vikingos, sus primos hermanos.

En el artículo “Paleongenética e isotopi: per un´antropologia del Longobardi” de Stefano Spagocci estudia las pruebas genéticas de dos yacimiento funerarios longobardos uno en Panonia (actual Hungría) y otro en Italia para concluir evidentemente que se trata de un pueblo con características etno-biológicas propias y no un “agregado cultural” sin lazos de sangre, concepto que ahora utiliza el sistema para supuestamente “desmontar” las realidad genéricas de los pueblos y que pretende usar para temas tan fundamentales como el de los indoeuropeos.  En “Rito e culti precristiani nella Longobardia del Sud”, Francesco Maria Morese nos ofrece una detallada relación de pervivencia de tradiciones, ritos y símbolos germánico-longobardos en la zona centro-sur de Italia, punto sur de la máxima expansión de este pueblo escandinavo. Entre las huellas de estos longobardos señala el uso simbólico de serpientes, muy parecidas a las que los vikingos usaban en la proa de sus naves, el culto al árbol, de características muy similares a las que vemos en los anglos -pueblo que dio el nombre a Inglaterra, muy similar a los longobardos- y la existencia en Macchiagodena (Molise) del único monumento conocido en la península itálica dedicado a Godan/Wotan.  En “Alboino e Rosmunda, l´amore (e l´odio) al tempo dei Longobardi”, Cristiano Brandolini nos recuerda la historia del primer soberano longobardo (Alboino), que dio muerte al rey de los gépidos, y que posteriormente se casó con su hija (Rosmunda). Ésta busca la venganza y logra organizar el asesinato de su marido Alboino, pero la nobleza longobarda abortar la conspiración y consolidar el dominio y reinado longobardo en la península itálica. Para terminar, Giancarlo Minella da la recomendación bibliográfica de Alla ricerca dei Longobardi  para los interesados en profundizar sobre el tema.

Un remarcable número de esta revista identitaria lombarda, que siempre cumple la encomiable función de profundizar en la identidad insubre Ex Septentrionis Lux.

 


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