Acertada decisión de la Editorial EAS de publicar este estudio sobre los orígenes y migraciones de los eslavos dentro de su colección “estudios indoeuropeos. Son precisamente los pueblos eslavos el grupo más importante demográficamente del conjunto indoeuropeo. La similitud de las lenguas de la familia eslava entre sí, permite deducir que era un solo pueblo con una sola lengua hasta épocas bastante tardías. Hasta la fecha no había ninguna monografía en castellano dedicada exclusivamente a su etnogénesis y expansión.
Su autor el arqueólogo e historiador francés nacido en Riga (Letonia) Michel Karanski desarrolla a lo largo del libro una exposición de la formación y del mundo eslavo combinando dos clases de capítulos, unos de contenido arqueológico –tipificación y localización de formas y objetos que describen a esta cultura– e históricos –referencia a las fuentes escritas y movimientos de poblaciones eslavas que dan lugar a sus reinos medievales, base de las actuales naciones eslavas. Los primeros son más especializados, los segundos más didácticos.
Existe un intenso debate historiográfico entre los que afirman la existencia de un grupo inicial balto-eslavo del que la lengua eslava y los pueblos eslavos serían una ramificación posterior y los que, por el contrario, afirman un origen propio de los eslavos, segregado del de los baltos desde el origen, dentro del conjunto indoeuropeo. Una cuestión abierta para historiadores, arqueólogos y filólogos de la Antigüedad, en la que Kazanski se posiciona como defensor de la tesis balto-eslava.
El autor comienza situando a los eslavos como parte de un conjunto todavía indiferenciados balto-eslavo, del que se comenzarían a diferenciar en torno al 1500 a.C, situándose el hogar proto-eslavo en la zona comprendida entre el Báltico y las actuales Polonia y Bielorrusia, lugar en el que aún estaría en época romana, pues en las fuentes latinas de esta época vienen referidos con etnónimos como vénetos y esclavenos. En este vasto espacio están sujetos a diversas influencias: fineses al norte, sármatas al este, germanos al oeste, pueblo uralo-altaicos al noreste. Los grandes movimientos políticos de los germanos primero y de los hunos después, van a hacer que el conjunto eslavo pase a ser vasallo del reino godo de Hermanarico a quedar “liberado” tras la invasión huna. Es en ese momento en el que los eslavos entran propiamente en la Historia, expandiéndose mucho más allá de sus confines iniciales, atravesando el Danubio y ocupando todos los Balcanes, donde darán génesis a los pueblos eslavos actuales: serbios, croatas, eslovenos y también a los búlgaros, pero en este caso el autor nos insiste en que el etnónimo búlgaro pertenecía inicialmente a un pueblo turánico, que luego fue eslavizado, siendo actualmente tanto ese pueblo como esa lengua integrantes de la familia eslava. El autor también nos recuerda una hito importante, cuando un importante número de eslavos, enviados por el emperador bizantino Justiniano II para hacer frente a los árabes, se pasan de bando durante la batalla de Sebastopol y luego son progresivamente instalados por los Omeyas en Siria, contribuyendo a formar el importante número de personas de aspecto centro-europeo que aún hoy existen en ese país árabe.
El libro se cierra con un “Glosario” que contiene los términos básicos para el conocimiento del mundo eslavo. Hemos de decir que en este mismo glosario la definición del término “indoeuropeo”, recoge la tesis “difusionista” en vez de la “invasionista” y de expansión demográfica, una pequeña objeción que simplemente hacemos para advertir a los lectores que quieran tener una visión clara y real sobre la cuestión indoeuropea.
En resumen, un libro muy recomendable, de lectura necesaria para quien quiera tener un conocimiento fundando sobre uno de los elementos que compone el conjunto de la cultura europea: los pueblos eslavos.
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