diumenge, 21 de març del 2021

ESPAÑA ESCENARIOS DE INESTABILIDAD POLÍTICA.

 


En los próximos meses España recibirá un total 140.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo, de los que 72.700 millones se darán en ayudas directas y el resto en créditos. El control de los mismos quedará en manos del actual Gobierno, que –siempre jugando con inestabilidades parlamentarias- logró sacar adelante la votación de la gestión de los mismos gracias a una inesperada abstención de VOX. Un gesto de inmadurez institucional de la formación de Abascal, que ahora se manifiesta arrepentida de la decisión tomada.

Arrepentimiento o no de VOX la votación fue  definitiva, el Ejecutivo de coalición PODEMOS-PSOE controlará el destino de esas ingentes cantidades de dinero, y –como todos podemos entender- la UE estará atenta a la gestión de los mismos. Un mal uso de estos fondos comunitarios aumentaría las tensiones internas entre Alemania/Francia y los países del norte que opusieron enormes resistencias a la cesión de estos créditos a las economías europeas del sur. Bruselas y Berlín exigirán responsabilidad y criterio a Sánchez.

 En el segundo semestre del 2023, España presidirá el Consejo de la UE. Precisamente la actual legislatura termina en diciembre de 2023, hay una “ley no escrita” por la cual se intenta evitar que un Estado convoque comicios durante el año que preside el Consejo de la UE,  presidencia para la que es recomendable llegar con un máximo de estabilidad interna. Sería desastroso para España  ofrecer un caótico espectáculo político y un enfrentamiento abierto entre los partidos que forman la coalición gubernamental durante ese año.

España necesita ante todo estabilidad y ha de lograrla antes de enero de 2022, la tensión interna entre PODEMOS y el PSOE, está llegando a límites de parálisis, a la que añadir la tensión creciente entre el PSOE y el socio externo, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Oficialmente se niega que pueda haber adelanto electoral aunque se rompa la coalición con PODEMOS, pero lo cierto es que todos los partidos están engrasando sus maquinarias electorales con vistas al próximo otoño.

 

El bipartidismo imperfecto. (1993-2015).

Desde la quinta y última legislatura de Felipe González (93-96) hasta la caída de Marino Rajoy en 2015, España vivió una etapa de bastante estabilidad parlamentaria. El mecanismo era sencillo, el PSOE agrupaba a la gran mayoría del voto de izquierda –con un pequeño espacio para Izquierda Unida (IU)- y todo el centro-derecha lo hacía en el PP.  Los resultados alternaban mayorías absolutas de uno u otro, con mayorías simples, las situaciones de mayorías simples la solventaba el partido ganador (fuera PSOE o PP) con un acuerdo con los partidos de centro-derecha vascos (PNV) o catalanes (CiU) que facilitaban su investidura a cambio de mayores concesiones a sus territorios. Recordemos que la primera vez que el PP llegó al Gobierno fue gracias al apoyo de los votos de CiU y PNV a la investidura de Aznar, quien llegó a declarar cosas como que “en la intimidad hablo catalán”. Es decir el PP era plenamente consciente que sin una puerta abierta hacia el centro-derecha vasco y catalán sus posibilidades de gobernar España eran muy complicadas, no obstante lograr la mayoría absoluta en los siguientes comicios.

 

Los nuevos actores.

Esta situación intentó romperse por parte de nuevos partidos de centro, que aspiraban a ser determinantes a la hora de conjugar mayorías gubernamentales y cuyo objetivo primero era evitar lo que ellos llamaban “el chantaje de los nacionalistas”, es decir que PNV y CiU condicionaran los gobiernos de Madrid. El primer intento nación en el País Vasco, y se llamó Unión Progreso y Democracia (UPyD), con una orientación inicial de centro-izquierda centralista; el segundo Ciudadanos (Cs), nació en Cataluña,  con una orientación inicial confusa entre el liberalismo y la social-democracia, que luego fue evolucionado hacia el centro-derecha, compartiendo el mismo grado de centralismo de UPyD.

Estos partidos pretendían “centrar” el panorama político español, pero en España la tradición de centro es débil. UPyD despareció y Cs se debate entre la enfermedad terminal y un complicado funambulismo sobre el que las elecciones madrileñas de mayo dictarán definitiva sentencia.

En sentido contrario, es decir en el sentido de polarizar y enfatizar las posturas más alejadas del centro en derecha e izquierda, surgieron otros dos actores nuevos que hoy son claves en las política española: PODEMOS a la izquierda y VOX a la derecha y, seguramente su realidad política responde mejor a la realidad sociológica española que proyecto políticos para ocupar un “centro” (sin apellidos) que posiblemente sea casi inexistente en España.  El surgimiento de estas dos fuerzas ha terminado con el bipartidismo, substituido ahora por un complicado equilibro de bloques que ha obligado a los estrategas de derecha a izquierda a recomponer sus respectivas hojas de rutas.

 

Centro-derecha: tres igual a cero.

Dinámicas internas y desencuentros en el PP, luchas entre familias para liderar el partido, egos desmesurados al frente de Fundaciones que hacían el papel de think-tank y otro tipo de consideraciones y debilidades políticas han provocaron que el centro-derecha haya aparecido en las últimas contiendas electorales dividido en tres siglas: Cs (centro), PP (centro-derecha) VOX (derecha), sociológica e ideológicamente cada formación tiene sus características propias y sus identidad, aunque en algunos casos no pase de un matiz de grado”- pero electoralmente este triple división conjugada con la ley electoral y la sociología política española condena al centro derecha a no lograr nunca el suficiente número de escaño para poder formar gobierno.  Desde hace meses el centro-derecha, más concretamente el PP, habla de “unificar el espacio”, sin explicar claramente cómo pretende hacerlo y sin dar pasos concreto en esa dirección.

 

Una izquierda mal avenida.

El nacimiento de PODEMOS y su unión con Izquierda Unida en Unidas-PODEMOS, unido a su éxito electoral, daba al PSOE un aliado factible en la izquierda (IU –controlada por el Partido Comunista (PCE) lo había sido a nivel municipal, pero nunca más allá), un socio a priori “´cómodo y complementario” que permitiría una mayoría permanente y estable de izquierdas en el Parlamento. Así parecía que iba a ser, muchos analistas apostaban por la sensatez y el sentido de estado de PODEMOS una vez llegara al Gobierno. La realidad ha sido bien diferente, la tensión y el enfrentamiento entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez ha ido creciendo desde la fecha de la investidura hasta hacer imposible la relación entre el Presidente y el Vice-presidente segundo del Gobierno. La salida de Iglesias del Gobierno no creemos que vaya a calmar esta situación, podrá hacerlo momentáneamente en lo personal, pero no permanentemente en los político, más cuando su sucesora en el liderazgo de Unidas-PODEMOS es Yolanda Díaz, militante del Partido Comunista (PCE).

 

 Dos bloques que son multitud.

Es usual ver en los sondeos electorales como, inmediatamente después de comentar los resultados de cada partido,  entran en el análisis de “bloques” sumando por un lado PSOE-PODEMOS y en el otro Cs-PP-VOX. Independientemente de que el objetivo de Inés Arrimadas en su determinación  de evitar el defunción de Cs sea convertir a Cs en la variable para equilibrar (o incluso aunar) un victoria insuficiente de PSOE o PP y presentarse como el socio centrado y lógico de ambos, la suma de bloques es una fantasía. ¿Por qué? Porque con la ley electoral actual y como ya hemos recordado más arriba, ninguno de los bloques logrará mayoría absoluta y tendrán que pactar con quien numéricamente se la pueda dar y éstos no son otros más que –la historia se repite- el centro izquierda catalán (ERC) el centro-derecha vasco (PNV) y el centro catalán (JxC) y aquí está una de las claves que determinan la situación política actual. Esos partidos nunca y en ninguna circunstancia darán su apoyo al bloque de centro-derecha mientras VOX forma parte del mismo, sin tener clara esta obviedad es imposible hacer ningún análisis política de al realidad española.

Así que los interrogantes abiertos son varios: ¿cuál será la fórmula para lograr un gobierno estable que no inquiete a los socios europeos? ¿Cómo se articulará el centro-derecha? ¿Qué apoyo tendrá Unidas-PODEMOS con su nueva dirección, logrará remontar las encuestas? ¿Cómo encajará esta realidad con la formación de gobierno en Cataluña donde ERC, el socio de Sánchez en Madrid ganó las elecciones? Muchas preguntas para poco tiempo, teniendo en  cuenta que para enero de 2023 España tendría que tener un gobierno estable. El primer ensayo, las elecciones madrileñas del 4 de mayo, su resultado empezará a despejar incógnitas

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