El lunes 10
de diciembre comenzó en Marrakech la cumbre que terminará con la forma del Pacto
sobre la inmigración de la ONU.
La sede de Marrakech
ha sido elegida a propuesta de Marruecos, uno de los países preferidos por las
mafias de la inmigración y del tráfico ilegal de personas que llegan desde el
África subsahariana con destino a Europa -sumados al aluvión de locales (el 40%
de los menores marroquíes quieren emigrar a Europa). La propaganda multicultural
describe esta dramática situación diciendo que se trata de un país con “gran frecuencia
de flujos migratorios”; ya sabemos que la mentira y la hipocresía es la tinta
de los escritos de lo políticamente correcto.
La elección de
Marruecos tiene motivos más prosaicos, quedar bien ante el tirano marroquí y
darle una baza diplomática para bajar la presión en su chantaje a Europa con
los flujos migratorios. Porque, recordemos, lo que se acuerda en Marrakech nos
es vinculante para ningunos e los estados firmantes; todo queda en un declaración
de intenciones.
En realidad
el llamado Pacto Mundial para las Migraciones es una declaración aberrante de
intenciones en la que se instaura la migración en masa y sin límites, y la
prohibición de expresar ninguna opinión en contra a esta invasión programas.
Orwell se quedó corto.
Por ser
concretos el Pacto Mundial para las Migraciones establece:
1. Que
criticar la inmigración ilegal será un delito e incluso se prohibirá a los
medios de comunicación que muestren imágenes de migrantes que transmitan una
sensación negativa, ya que el objetivo del Pacto es "modelar la
percepción".
2. El país
se compromete a capacitar a los migrantes para que denuncien cualquier tipo de
ofensa que sufran, tipificado como "delito de odio", y conozcan todos
los mecanismos para que el Estado los indemnice si esto ocurre. Esto antes de
llegar al país.
3. La
migración será reconocida como derecho humano y también lo será decidir dónde
quieren ir.
4. No habrá
distinción entre inmigrante legal o ilegal y entre inmigrante o refugiado.
5. Habrá
nuevos causales para acoger refugiados, como los factores climáticos.
6. El país
se comprometerá a facilitar la reunificación familiar.
7. A los
inmigrantes se les podrán reconocer calificaciones no adquiridas formalmente.
8. Tendrán
todo tipo de asistencia social y médica gratuita, etc...
El martes 11
fue el día de la firma tras una cumbre desvalorizado
por las ausencias de importante países que desde el primer momento se mostraron
críticos con este “diktat” inmigracionista de la ONU. Entre ellos, Estados
Unidos; Donald Trump ha declarado que “no podría aprobar un proceso que podría
socavar el derecho soberano de los Estados Unidos a aplicar nuestra leyes sobre
inmigración y asegurar nuestras fronteras”.
Brasil, cuyo
Gobierno saliente que sí ha firmado el pacto, será la primera baja, pues el
nuevo Canciller, del partido del presidente Bolsonaro, ha afirmado que se
saldrán nada más llegue al poder.
Significativas
han sido las ausencias europeas: La Hungría de Orban fue el primer país en
decir que no se sumaba al pacto y prontos e unieron a ella: República Checa,
Polonia, Austria, Bulgaria y Eslovaquia. Dinamarca lo firmó, pero con la
oposición del Partido del Pueblo Danés (DF), miembro de la coalición
gubernamental, y en Bélgica la firma ha supuesto la ruptura del gobierno, al
oponerse a la misma, los nacional-derechistas
del NV-A, presionadlos por los nacionalistas identitarios del VB que habían
recogido 128.381 firmas contra ese pacto y que están conquistando parte de su
electorado. También hubo oposición a la
firma en los Países Bajos, Suiza y en Alemania, donde el creciente partido
anti-inmigración AfD, denunció la forma del mismo.
Fuera de
Europa, Australia y Chile, ambos afectados por fuertes procesos de inmigración
de países cercanos, se han negado a firmar el documento. Hemos de señalar a dos
Estados que nunca son acusados de “racistas” por la prensa políticamente
correcta –que sólo usa ese término para los países europeos o de cultura
europea- a la República Dominicana, por miedo a la inmigración haitiana e
Israel, que cierra herméticamente sus fronteras.
Pedro Sánchez,
fiel servidor de la agenda mundialista de Soros, ha sido uno de los orgullos
firmantes de esta claudicación demográfica y política. Afortunadamente todo lo
que él y los 155 firmantes restantes, no
tiene, de momento, consecuencias reales.
Pero sí es un aviso de las ideas y proyectos que nos intentará imponer el
Mundialismo en los próximos años y que significan ni más ni menos que el suicidio
demográfico de Europa, y con la expresa
prohibición de protestar.
Enric Ravello Barber
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