dimarts, 26 d’abril del 2016

BRETAÑA: TRISKELES, MEGALITOS Y NACIONALISMO.



Para quien lo ve desde lejos, el Mont Sant-Michel, aparece distante, inaccesible, como reflejo de otra realidad que se nos cuela sin saber cómo ni por dónde. Las mareas hacen que a veces permanezca aislado, para posteriormente, cuando el mar se retira, volver a ofrecernos la posibilidad de llegar a él. El hecho que desde épocas druídicas ésta haya sido un lugar de culto religioso, cuyas sucesivas construcciones han culminado en el impactante estado actual, refuerzan el significado especial del lugar, siendo sin duda un importante punto mágico.

Pero además de todo esto, el Mont Sant-Micjhel marca la frontera histórica entre los ducados de Bretaña y Normandía, y si bien hoy ha quedado administrativamente dentro de Normandía, los bretones han versificado su reivindicación: “La Couesnon a fait foile. Cy est le Mont en Normandie”.

Entrar desde Normandía en Bretaña, supone un cambio mucho mayor de lo que la corta distancia que los separa podría hacer pensar, se deja atrás una región –la normanda- donde las huellas escandinavas son muy visibles, desde las construcciones hasta la antropología físicas de los habitantes, para adentrarse en el también fascinante mundo celta de Bretaña. Donde –más allá de los intentos asimilacionistas del jacobinismo francés- la conciencia de su realidad étnica e identitaria está muy presente.

Bretaña se divide en dos zonas: la Armórica, conocida por los galos como Armor, que etimológicamente significa “región cercana al mar”; y la zona interior, Argoat. Otra división más típica es la de Baja y Alta Bretaña, siendo la primera donde se conservan más arraigadas las costumbres y el idioma bretón.


BRETAÑA A TRAVÉS DEL TIEMPO

La primera realidad histórica con la que nos encontramos en Bretaña, es el Megalitismo, una de las más tempranas expresiones culturales europeas, cuya explicación aún es un misterio para muchos autores, pero que como han demostrado Colin Renfrew y el C14, nace en el Atlántico norte, para desde ahí descender hacia el sur y penetrar en el Mediterráneo.

Antes de la llegada de los bretones, esta península recibía el nombre de Armórica, y estaba habitada por otros pueblos –también celtas como los bretones actuales- que formaban parte del conjunto galo, y que habían llegado a esta zona entorno al 500 a. C. Estos galos serían, para entendernos, Astérix y sus amigos, que no son los ascendientes de los actuales bretones. A pesar de lo que nos cuentan estos divertidos cómics, la romanización sí que llegó con fuerza a la Armórica, hay vestigios suficientes que así lo atestiguan. La romanización supuso el abandono lento pero progresivo de la lengua gala, pues los habitantes comenzaron a acostumbrases a usar el latín como lengua oficial pero también cotidiana. El hecho de que en Bretaña se hable hoy una lengua celta –el bretón- se debe a la “receltización” de la Armórica (después Bretaña) entre los siglos V y VI, por los Bretones venidos de Gran Bretaña; los actuales bretones son los descendientes de esos gales. De hecho el sueño del nacionalismo bretón es reunificar la nación “Desde Nantes a Cardiff”.

Fue la invasión de Gran Bretaña por los pueblos germánicos: anglos, sajones y jutos, lo que llevó a los britanos, desposeídos de sus tierras, a refugiarse en el Oeste de la isla –Gales y Cornualles- y de ahí mucho a instalarse en Armórica.  No sabemos mucho de la acogida que recibieron estas bandas de inmigrantes llegados desde Gales en los años 400 y 600, seguramente se fueron instalando en las zonas despobladas del país, pero donde la población primitiva era suficientemente densa, se produjeron enfrentamientos, como el que tuvo lugar en el siglo VI en la zona de los vénetos (tribu gala) donde el jefe bretón Waroch tuvo que imponerse a la fuerza a los armoricanos de Vannes, que pidieron ayuda a los francos para hacer frente a esta invasión, pero que no lograron pararla y Waroch entendió sus dominios por todo lo que hoy conocemos como Bretaña, de este modo fue el primer jefe bretón que unificó el territorio. Su expansión sólo puedo ser frenada por Carlomagno, quien para ello instituyó la llamada Marca Bretona.

Los herederos de Carlomagno dejaron el domino de la zona a un jefe bretón, Nominoé, quien terminaría por independizarse totalmente, instaurando la monarquía bretona y extendiendo sus dominios hasta Rennes y Nantes, antes de morir en 851. Su nieto, Salaun, extiende las fronteras de Bretaña hasta la máxima extensión conocida nunca y se afirma con el título de “Rey de los bretones”.  Pocos años después comienza a llegar al territorio, las incursiones vikingas, quienes son derrotados en primera instancia por Alain el Grande, quizás el soberano más importante de la historia bretona, aunque a principios del siglo X vuelven a conocerse incursiones vikingas que son derrotados de nuevo por Alain Barbe-Torte, el último rey de Bretaña muerto en 952, sucediéndole un periodo de anarquía interna y miseria que durará hasta el siglo XIV.

De 1341 a 1364 se desarrolla una guerra que sumirá a Bretaña en la ruina, guerra por la sucesión del Ducado -Bretaña era un Ducado independiente- en la que Carlos de Blois, apoyado por los franceses es derrotado por Juan de Montfort, aliado de los ingleses. La casa Montfort pasa a dominar Bretaña desde 1364 a 1468, y vuelvan a levantar el país, siendo éste el periodo más floreciente de su historia; los duques son auténticos soberanos, y sólo rinden un homenaje teórico a los reyes de Francia.

Ya en 1491, Ana de Bretaña, se casa con Carlos VIII, rey de Francia, quien muere accidentalmente, convirtiéndose ella en reina de Francia, y se vuelva a casar con Luis XII.  A su muerte, su hija, Claudia de Francia, heredera del ducado, se casa con Francisco I, quien hace la unión definitiva entre Francia y Bretaña.

Un hecho del que aún hoy están muy orgullosos los bretones, es que en 1534 Jacques Cartier descubre las costas de Canadá, dando inicio a una constante corriente de emigración de bretones hacia el nuevo territorio, siendo éste –junto a la emigración normanda- el origen de población francófona de Quebec.

Durante los siglos XVI al XVIII, asistimos a conatos de guerras de religión, revueltas populares y actividades corsarias, centras etas últimas en la ciudad de Sant Malo.

La Revolución de 1789, es acogida de forma muy diferente por los bretones: mientras unos la apoyan con entusiasmo, otros organizan una revuelta lealista conocida como La Chouannerie. Pero será con el triunfo definitivo de la Revolución, cuando se inicia el proceso de uniformización y asimilación al que tanto se han opuesto el conjunto de los bretones.


EN LUCHA POR LA IDENTIDAD.

El movimiento nacionalista bretón fue el más precoz en su aparición dentro de la escena política francesa, pues lo hizo antes de 1914. En la Francia revolucionaria y más tarde en la República burguesa del XIX, Bretaña se convirtió en uno de los bastiones de la resistencia contrarrevolucionaria de la nobleza apoyada por el clero, con una economía agraria lo más autárquica posible.

Durante la primera mitad del siglo XIX tuvo lugar un despertar cultural en el que se exaltó el pasado celta y las tradiciones culturales propias del país. La defensa de la fe católica y del idioma bretón se entendías también como una barrera contra el laicismo y el republicanismo. Ya en tiempos de la III República, la aristocracia agraria bretona recurrió a la movilización del campesinado como estrategia de oposición al Estado central, y fue en 1898 cuando se fundó la Unión Regionalista Bretona (URB), de la que en 1911 se escindieron dos grupos: la Federación Regionalista Bretona y el Partido Nacionalista Bretón, que fue el primero en definir a Bretaña como “una nación oprimida como Polonia e Irlanda”.

La primer Guerra Mundial, supuso la decadencia imparable de la preeminencia económica de la elite aristocrática agraria, acentuándose la emigración bretona hacia otras partes de Francia, en especial París. Una nueva generación de estudiantes de Rennes y Alta Bretaña tomó el relevo en la dirección del movimiento bretón. En 1918 tres jóvenes monárquicos influidos por las ideas de Maurras y el vanguardismo cultural fundaron el Grupo Regionalista Bretón (GRB) y empezaron a editar una revista bilingüe en francés y en bretón, Breiz Atao, referente histórico del nacionalismo bretón. En 1920, Olier Modrel y otros dos activistas del GRB fundaron la Unión de la Juventud Bretona (Unvaiez Yaonakiz Vreiz) mostrando una tendencia a la radicalización, siendo partidarios del vanguardismo cultural y del laicismo, y a partir de finales de la década de los 20, con una clara orientación hacia la derecha radical. El zeitgeist de la liberación de los pueblos, así como el influjo de los nacionalistas irlandeses, y en menor medida, de los galeses, considerados como hermanos por los jóvenes bretonnats, tuvo una gran influencia en este grupo. De hecho la componente celtista de Breiz Atao buscaba redefinir el lugar de Bretaña dentro de la comunidad de “naciones celtas”, estrechando aún más las relaciones con los nacionalistas galeses desde 1931. Como objetivo inmediato el PNB proponía la transformación de Francia en un Estado federal y su incardinación  en un proceso de unidad a escala europea.

Pero el fracaso electoral actuó de detonante de las divisiones internas del movimiento, dentro del que emergerían con claridad una tendencia de derecha radical e independentista encabezada por Modrel, y otro de izquierda liberal y federalista, encabezada por Duhamel y Marchal. El sector de Modrel, el más importante numéricamente, refundó el PNB en 1931 ya con claros contenidos fascistas y corporativistas combinados con la idealización de los métodos de acción directa y el insurreccionismo inspirado en el Sinn Fein irlandés, si bien sólo se registraron acciones armadas esporádicas por parte del grupo Gwenn ha Du (Blanco y Negro, en referencia a la bandera bretona). En el programa Por un partido bretón de los celtas redividos, publicado por Modrel en 1931, el PNB declara su aspiración a un Estado bretón que excluyese de los pueblos públicos a extranjeros y razas latinas, respetase la pequeña y mediana propiedad pero socializase la gran propiedad y se fundase en una vía intermedia entre el capitalismo y el socialismo, basada en una comunidad nacional sin clases.

Dentro del PNB, el propio Modrel encabezaba una tendencia más radical que editaba la revista Stur, donde los contenidos nacionalsocialistas se hicieron explícitos, combinándose con una racismo pancéltico y antisemita, en el que se proponía una Europa dirigida por pueblos célticos y germánicos. El PNB logró controlar el grupo Gwenn ha Du e integrarlo en su estrategia política, el tiempo que creaba una pequeña milicia paramilitar. Ya existían algunos contactos con Alemania a través del Instituto Anhenerbe de las SS y de los círculos celtólogos de Munich, así como por vía indirecta de algunos autonomistas alsacianos, hacia 1939 estas relaciones se intensificaron, Breiz Atao apoyará el expansionismo alemán y promoverá una campaña contra la entrada de Francia en la Guerra contra Alemania.

El PNB rehusó a presentarse en contiendas electorales, prefiriendo actuar como un grupo de presión que apoyaba a los candidatos de los partidos franceses en la medida en que juzgaban que éstos apoyarían un programa de mínimos. En el  Congreso de Guingamp la tendencia nacionalsocialista e insurreccionista, dirigida a la extinción del Estado francés, se impuso claramente, se organizó una milicia dirigida por Célestine Lainé que recibió armas de Alemania a través del IRA. Como resultado de esas actividades, el gobierno francés prohibió las actividades del partido y varios de sus líderes –entre ellos Modrel- tuvieron que huir a Alemania, donde se relacionaron con ambientes nacionalista radicales flamencos e irlandeses y con diversas instituciones alemanas.

La invasión de Francia por Alemania en 1940, fue vista por el nacionalismo bretón como la gran oportunidad de construir in Estado independiente, algo que contó con el apoyo total del régimen alemán, y especialmente de las SS. Se llegó a propiciar una reunión entre Doriot, el líder nacionalsocialista francés apoyado por el III Reich, y representantes bretones, en la que el primero admitió la existencia de una nación bretona diferente a la francesa, y se estableció que en caso de una victoria final del Eje, Bretaña se independizaría de Francia. Modrel volvió a Bretaña y siguió al frente del PNB, uniendo la causa bretona a la suerte de Alemania en la guerra; se fundaron organizaciones como los Bagadoú Stourm (Grupos de combate), una organización paramilitar  cuya bandera estaba inspirada en los símbolos bretones y en la bandera alemana de guerra. Es más, hubo incluso nacionalistas bretones que rechazaron la no entrada del PNB en acciones bélicas y crearon una unidad bretona dentro de las SS, compuesto por varias decenas de hombres y conocida como Bretonische Waffenverband der SS, que usó como bandera la más de antigua de Bretaña: cruz negra sobre fondo blanco.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el estigma del colaboracionismo afecto a todos los intentos de refundar el movimiento bretón. Los esfuerzo de los militantes bretones, y también de sus nuevas generaciones, tuvo que contentarse con actividades culturales, para pasar en una segunda fase a la formulación de reivindicaciones socioeconómicas y, finalmente, articular un nuevo discurso nacionalista de componentes diferentes, donde se haría fuerte el elemento democrático, y, a veces, el izquierdista, influidos por el momento y por los diversos movimiento de liberación nacional de los años 60. Si bien también es cierto que muchos de los antiguos militantes bretones nacionalsocialistas, formaron parte de este nuevo nacionalismo, pero a la vez seguían permeables a las influencia de sus antiguos camaradas que se expresaban a través de publicaciones, como fue el caso del propio Modrel, quien siguió cantando desde su exilio argentino las excelencias de la Europa de las etnias en su revista la Bretagne Reéle.

Como acabamos de decir, después de 1945 asistimos a un primer momento de refundación de grupos culturales. En 1946 se lanza la Asociación de Gaiteros (fundada inicialmente en 1943) a ella siguen círculos célticos locales y varias revistas y grupos de defensa del idioma bretón que organizaron marchas cívicas en defensa de la lengua en los primeros años sesenta.

Las demandas socioeconómicas empezaron a formularse a partir de la constitución en 1951 del Comité de Estudios y Vinculación de los Intereses Bretones que aspiraba a convertirse en el portavoz de todos los intereses corporativos, sociales y económicos en Bretaña y “sus fuerzas vivas”.

Fue en 1956 cuando se comenzó a rearticular políticamente el movimiento bretón. En 1956 varios activistas fundaron Project d´Organisations de la Bretagne con objetivos regionalista que el año siguiente se convirtió en el Movimiento por la Organización de Bretaña (MOB) .Los sectores juveniles y estudiantiles, centrados en Rennes, contemplaron con simpatía el proceso de independencia de Argelia, mientras el ala conservadora proclamaba la solidaridad de los bretones con los colonos franceses, esta facción más juvenil se orientó hacia la izquierda, posteriormente abandonó la organización y fundó la Unión Democrática Bretona (UDB), la principal fuerza nacionalista bretona de la postguerra.  Después surgieron grupos más o menos radicalizados e incluso organizaciones partidarias de la violencia como el Frente de Liberación de Bretaña (FLB), fundado en 1966 y autor de varios atentados todos ellos incruentos; el FLN fue desmantelado y reconstruido en varias ocasiones. En 1982 nació el Partido Republicano Bretón (Strolad Pobl Breizh) y el Partido por la Organización de una Bretaña Libre (POBL), de carácter centrista y europeísta, con débil implantación electoral, pero con cierta presencia en las zonas rurales del Finisterre bretón.

Si bien durante los años 70 y 80 hubo alguna tímida colaboración con la izquierda francesa, en especial con el PSF de Mitterrand, ésta se terminó en 1982 con la victoria electoral del éste, y el incumplimiento de su primera de regionalización; por el contrario los bretones se encontraron con la desagradable sorpresa de que al trazar el nuevo mapa regional, Nantes –su capital histórica- quedaba fuera de Bretaña, e incluida en la fantasmagórica región “País del Loira”.

En 2000 Patrick Montauzier, antiguo miembro del Frente de Liberación Bretón/Ejército Republicano Bretón (FLB/ARB) funda un nuevo partido nacionalista bretón ADSAV inspirado en el nacionalismo tradicional y hoy la única formación que lucha realmente por la independencia y al identidad de Bretaña.



EL BRETÓN: LENGUA CELTA.

Como las lenguas romances, germánicas, latinas, eslavas, celtas y otras, forman parte de la gran familia de lenguas indoeuropeas. En el siglo III a. C las lenguas celtas ocupaban dos tercios del continente europeo, y se hablaban desde el mar Negro al Atlántico. Hoy sólo cuatro de estas lenguas célticas han sobrevivido en el extremo occidental de Europa, que a su vez se clasifican en dos sub-grupos:

-El grupo britónico (o celtas p) al que pertenece el bretón, el galés y el córnico (de Cornualles), recientes estudios afirman que el bretón está aún más emparentado con el córnico que con el gales, pero aún es un tema de debate lingüístico. Por su parte recordad que la lengua galo-celta hablada en Bretaña antes de la llegada de los romanos, desapareció totalmente, aunque sabemos que hasta el siglo V d.C todavía era hablado. Como curiosidad "Hola a todos" en bretón se dice: Demand d´an ol.

-el gaélico (o celtas q) de Irlanda y Escocia, junto al manx (de la Isla del Man).

Cada una de estas lenguas ha tenido su propia evolución y su situación varía  de un país a otro. En Bretaña la zona llamada bretonitzant, es decir donde se habla el bretón, se extiende al oeste de una línea que va de Saint Brieuc a Saint-Nazaire, y que comprende Finisterre y el oeste de la costa armoricana, del Morbihan y del departamento del Loira-Atlántica. Al oeste de esta frontera imaginara es donde más encontramos topónimos bretones con las partículas: ker, loc, plou, lan, etc.

Hace tiempo que los bretonitzants eran los miembros de las familias rurales y pescadoras. En las ciudades, el bretón se utilizaba por un número importante de antiguos campesinos y por sus hijos, como también por los notables que tenían relación con el mundo rural… o que eran respetuosos con los derechos del pueblo: políticos, clérigos, médicos, notarios, comerciantes, etc. Si la proporción de los niños para los que el bretón es la lengua materna ha disminuido fuertemente, esta amenaza sobre la lengua ha provocado una favorable toma de conciencia en amplias y variadas capas de la población. Esta toma de conciencia ha llevado a la creación de unas escuelas infantiles llamadas Diwan (Crecimiento) en un principio financiadas por los padres y simpatizantes, en las que se practica la inmersión lingüística. Después de 30 años de existencia, la organización Diwan es reconocida y casi totalmente financiada por fondos públicos. Impulsada por esta corriente popular y por las reclamaciones de instituciones europeas, el Ministerio de Educación francés, ha hecho, finalmente, una excepción al sacrosanto monolingüismo francés y ha creado clases infantiles, primarias e incluso secundarias bilingües.

Pero el combate por mantener esta centenaria lengua, no se circunscribe solamente a la enseñanza. Varias editoriales difunden revista y obras en bretón –el 20% de las publicadas en Bretaña- así como varios productores de cine, de radio y músicos crean en brezhoneg, por su parte hay televisiones y radios bilingües y el bretón se ha introducido en la señalización de las carreteras  y en los paneles urbanos.


SÍMBOLES: TRISKELLES Y ARMIÑOS

La bandera bretona, la famosa Gwenn ha Du (blanco y negro) fue diseñada en 1923 por Morcan Marchal militante de Breizh Atao (Bretaña para siempre). Su bandas negras representan las cuatro zonas de habla bretona: León, Trégor, Cornuailles y Vannetais; las blancas las de habla francesa: Rennais, Nantais, Dolois, Malouin, Penthièvre; y los armiños (en el cuadrante superior izquierdo) el antiguo ducado de Bretaña. En general esta bandera intenta sintetizar el tradicional escudo de armas bretón y la diversidad de sus regiones, su diseño estuvo influido por la bandera griega, referente obligado para los movimientos nacionalistas de la época por su lucha contra el ocupante otomano.

Históricamente conocemos otros estandartes y banderas bretonas.  La primera de la que tenemos noticia es la Kroaz Du (cruz negra sobre fondo blanco)  usada por los cruzados bretones en el siglo IX, probablemente fue la bandera nacional hasta 1531, cosa diferente fue el escudo. En 1213el rey de Francia dio al ducado de Bretaña al capeto Pierre de Dreux Mauclerc, que por razones desconocidas cambió el anterior escudo bretón por otro con un fondo blanco y sobre él un campo de armiños, éste fue el definitivo escudo que aún hoy se conserva en la bandera bretona. Se cuenta que adoptó el armiño porque un duque bretón en el siglo X vio cómo un pequeño armiño se volvió contra un zorro que le acosaba y, olvidando cualquier temor, atacó al animal más grande: esto, pensó el duque. Simbolizaba la actitud que debían tener los bretones ante las constantes amenazas de las invasiones vikingas.

Otro símbolo que se puede ver por toda Bretaña es la triskele, sus tres brazo representan los tres elementos: tierra, agua, fuego para unos; para otros la perfecta armonía entre los tres órdenes de la sociedad tradicional celta: druidas, guerreros y campesinos. Aunque su significado se más profundo y remita al simbolismo polar.


MÚSICA Y MESA;

Melodías mágicas salidas de instrumentos similares caracterizan toda la música celta: Bretaña, Cornualles, Escocia, Irlanda, Galés, Galicia, la isla del Man, Asturias, pertenecen al mismo mundo de los bellos sonidos de las gaitas, violines y arpas.

En Bretaña, después de la Segunda Guerra Mundial, se asiste a la recuperación del folklore propio con la creación de la Bodaged ar Sonérion, asamblea de músicos que recupera la badag, la forma bretona de las bandeas de gaiteros. Desde los años 70, Alan Stivell, funda escuelas para los nuevos músicos, en las que, entre otras cosas, se recupera la antigua arpa bretona. Más recientemente ha sido Dan Ar Braz quien más que ha hecho por la música céltica en Bretaña. Heredera de las más antiguas tradiciones, la música celta conjuga hoy esta herencia con una importante renovación música.  La música celta está presente todo el años en Bretaña tanto por la existencia de numerosos grupos (Alan Strivell, Tri Yann Am Naoned, Gilles Servat, Clam´s. Denes Prigent) como pro las reuniones anuales de gran importancia en todo el mundo celta –festivales de Rennes, Corniualle, Quimper y el inter-céltico de Lorient- Aunque casi más interesantes son los festivales típicos de cada pueblo como el que tuvimos la suerte de ver en la pequeña localidad de St Pol de Léon-Kastell Pol, donde se celebraban las fiestas locales en la plaza del pueblo: un grupo tocaba en directo y la gente salía a bailar cada una de las canciones, todos sabían perfectamente cómo hacerlo y mientras sonaban las canciones la gente bailaba formando un gran círculo que iba dando vueltas sobre sí mismo, mientras que en otras canciones se formaban varios círculos más pequeños, y en otras se formaba una especia de gran serpiente que avanzaba lentamente por toda la plaza, y en otra se bailaba en tríos: de fondo una gran hoguera hacía de insuperable acompañamiento visual.

Como recomendación final aconsejaríamos terminar de leer este artículo saboreando el más famoso de los platos bretones, una crêpe –o mejor dos, una salad y una dulce-. Acompañada de una buena sidra bretona-.  Más parecida a la irlandesa que a la asturiana. Y para conciliar el sueño un poco del tradicional whisky local, muy poco conocido fuera de Bretaña porque no se destina a la exportación, pero que en su sabor y aroma recoge varios de los secretos de la mágica Bretaña.

Enric Ravello. 


























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