Para quien
lo ve desde lejos, el Mont Sant-Michel, aparece distante, inaccesible, como
reflejo de otra realidad que se nos cuela sin saber cómo ni por dónde. Las
mareas hacen que a veces permanezca aislado, para posteriormente, cuando el mar
se retira, volver a ofrecernos la posibilidad de llegar a él. El hecho que
desde épocas druídicas ésta haya sido un lugar de culto religioso, cuyas
sucesivas construcciones han culminado en el impactante estado actual, refuerzan
el significado especial del lugar, siendo sin duda un importante punto mágico.
Pero además
de todo esto, el Mont Sant-Micjhel marca la frontera histórica entre los
ducados de Bretaña y Normandía, y si bien hoy ha quedado administrativamente
dentro de Normandía, los bretones han versificado su reivindicación: “La
Couesnon a fait foile. Cy est le Mont en Normandie”.
Entrar desde
Normandía en Bretaña, supone un cambio mucho mayor de lo que la corta distancia
que los separa podría hacer pensar, se deja atrás una región –la normanda-
donde las huellas escandinavas son muy visibles, desde las construcciones hasta
la antropología físicas de los habitantes, para adentrarse en el también
fascinante mundo celta de Bretaña. Donde –más allá de los intentos asimilacionistas
del jacobinismo francés- la conciencia de su realidad étnica e identitaria está
muy presente.
Bretaña se
divide en dos zonas: la Armórica, conocida por los galos como Armor, que etimológicamente significa
“región cercana al mar”; y la zona interior, Argoat. Otra división más típica es la de Baja y Alta Bretaña,
siendo la primera donde se conservan más arraigadas las costumbres y el idioma
bretón.
BRETAÑA A
TRAVÉS DEL TIEMPO
La primera
realidad histórica con la que nos encontramos en Bretaña, es el Megalitismo,
una de las más tempranas expresiones culturales europeas, cuya explicación aún
es un misterio para muchos autores, pero que como han demostrado Colin Renfrew
y el C14, nace en el Atlántico norte, para desde ahí descender hacia el sur y
penetrar en el Mediterráneo.
Antes de la
llegada de los bretones, esta península recibía el nombre de Armórica, y estaba
habitada por otros pueblos –también celtas como los bretones actuales- que
formaban parte del conjunto galo, y que habían llegado a esta zona entorno al
500 a. C. Estos galos serían, para entendernos, Astérix y sus amigos, que no
son los ascendientes de los actuales bretones. A pesar de lo que nos cuentan
estos divertidos cómics, la romanización sí que llegó con fuerza a la Armórica,
hay vestigios suficientes que así lo atestiguan. La romanización supuso el
abandono lento pero progresivo de la lengua gala, pues los habitantes
comenzaron a acostumbrases a usar el latín como lengua oficial pero también
cotidiana. El hecho de que en Bretaña se hable hoy una lengua celta –el bretón-
se debe a la “receltización” de la Armórica (después Bretaña) entre los siglos
V y VI, por los Bretones venidos de Gran Bretaña; los actuales bretones son los
descendientes de esos gales. De hecho el sueño del nacionalismo bretón es
reunificar la nación “Desde Nantes a Cardiff”.
Fue la
invasión de Gran Bretaña por los pueblos germánicos: anglos, sajones y jutos,
lo que llevó a los britanos, desposeídos de sus tierras, a refugiarse en el
Oeste de la isla –Gales y Cornualles- y de ahí mucho a instalarse en Armórica. No sabemos mucho de la acogida que recibieron
estas bandas de inmigrantes llegados desde Gales en los años 400 y 600,
seguramente se fueron instalando en las zonas despobladas del país, pero donde
la población primitiva era suficientemente densa, se produjeron
enfrentamientos, como el que tuvo lugar en el siglo VI en la zona de los
vénetos (tribu gala) donde el jefe bretón Waroch tuvo que imponerse a la fuerza
a los armoricanos de Vannes, que pidieron ayuda a los francos para hacer frente
a esta invasión, pero que no lograron pararla y Waroch entendió sus dominios
por todo lo que hoy conocemos como Bretaña, de este modo fue el primer jefe bretón
que unificó el territorio. Su expansión sólo puedo ser frenada por Carlomagno,
quien para ello instituyó la llamada Marca Bretona.
Los herederos
de Carlomagno dejaron el domino de la zona a un jefe bretón, Nominoé, quien
terminaría por independizarse totalmente, instaurando la monarquía bretona y
extendiendo sus dominios hasta Rennes y Nantes, antes de morir en 851. Su nieto,
Salaun, extiende las fronteras de Bretaña hasta la máxima extensión conocida
nunca y se afirma con el título de “Rey de los bretones”. Pocos años después comienza a llegar al
territorio, las incursiones vikingas, quienes son derrotados en primera instancia
por Alain el Grande, quizás el soberano más importante de la historia bretona,
aunque a principios del siglo X vuelven a conocerse incursiones vikingas que
son derrotados de nuevo por Alain Barbe-Torte, el último rey de Bretaña muerto
en 952, sucediéndole un periodo de anarquía interna y miseria que durará hasta
el siglo XIV.
De 1341 a
1364 se desarrolla una guerra que sumirá a Bretaña en la ruina, guerra por la
sucesión del Ducado -Bretaña era un Ducado independiente- en la que Carlos de
Blois, apoyado por los franceses es derrotado por Juan de Montfort, aliado de
los ingleses. La casa Montfort pasa a dominar Bretaña desde 1364 a 1468, y
vuelvan a levantar el país, siendo éste el periodo más floreciente de su
historia; los duques son auténticos soberanos, y sólo rinden un homenaje
teórico a los reyes de Francia.
Ya en 1491,
Ana de Bretaña, se casa con Carlos VIII, rey de Francia, quien muere
accidentalmente, convirtiéndose ella en reina de Francia, y se vuelva a casar
con Luis XII. A su muerte, su hija,
Claudia de Francia, heredera del ducado, se casa con Francisco I, quien hace la
unión definitiva entre Francia y Bretaña.
Un hecho del
que aún hoy están muy orgullosos los bretones, es que en 1534 Jacques Cartier
descubre las costas de Canadá, dando inicio a una constante corriente de
emigración de bretones hacia el nuevo territorio, siendo éste –junto a la
emigración normanda- el origen de población francófona de Quebec.
Durante los
siglos XVI al XVIII, asistimos a conatos de guerras de religión, revueltas
populares y actividades corsarias, centras etas últimas en la ciudad de Sant
Malo.
La
Revolución de 1789, es acogida de forma muy diferente por los bretones:
mientras unos la apoyan con entusiasmo, otros organizan una revuelta lealista
conocida como La Chouannerie. Pero
será con el triunfo definitivo de la Revolución, cuando se inicia el proceso de
uniformización y asimilación al que tanto se han opuesto el conjunto de los
bretones.
EN LUCHA POR
LA IDENTIDAD.
El
movimiento nacionalista bretón fue el más precoz en su aparición dentro de la
escena política francesa, pues lo hizo antes de 1914. En la Francia
revolucionaria y más tarde en la República burguesa del XIX, Bretaña se
convirtió en uno de los bastiones de la resistencia contrarrevolucionaria de la
nobleza apoyada por el clero, con una economía agraria lo más autárquica
posible.
Durante la
primera mitad del siglo XIX tuvo lugar un despertar cultural en el que se
exaltó el pasado celta y las tradiciones culturales propias del país. La
defensa de la fe católica y del idioma bretón se entendías también como una
barrera contra el laicismo y el republicanismo. Ya en tiempos de la III
República, la aristocracia agraria bretona recurrió a la movilización del
campesinado como estrategia de oposición al Estado central, y fue en 1898
cuando se fundó la Unión Regionalista Bretona (URB), de la que en 1911 se
escindieron dos grupos: la Federación Regionalista Bretona y el Partido
Nacionalista Bretón, que fue el primero en definir a Bretaña como “una nación
oprimida como Polonia e Irlanda”.
La primer
Guerra Mundial, supuso la decadencia imparable de la preeminencia económica de
la elite aristocrática agraria, acentuándose la emigración bretona hacia otras
partes de Francia, en especial París. Una nueva generación de estudiantes de
Rennes y Alta Bretaña tomó el relevo en la dirección del movimiento bretón. En
1918 tres jóvenes monárquicos influidos por las ideas de Maurras y el
vanguardismo cultural fundaron el Grupo Regionalista Bretón (GRB) y empezaron a
editar una revista bilingüe en francés y en bretón, Breiz Atao, referente histórico del nacionalismo bretón. En 1920,
Olier Modrel y otros dos activistas del GRB fundaron la Unión de la Juventud
Bretona (Unvaiez Yaonakiz Vreiz) mostrando una tendencia a la radicalización,
siendo partidarios del vanguardismo cultural y del laicismo, y a partir de
finales de la década de los 20, con una clara orientación hacia la derecha
radical. El zeitgeist de la
liberación de los pueblos, así como el influjo de los nacionalistas irlandeses,
y en menor medida, de los galeses, considerados como hermanos por los jóvenes bretonnats, tuvo una gran influencia en este
grupo. De hecho la componente celtista de Breiz
Atao buscaba redefinir el lugar de Bretaña dentro de la comunidad de
“naciones celtas”, estrechando aún más las relaciones con los nacionalistas galeses
desde 1931. Como objetivo inmediato el PNB proponía la transformación de
Francia en un Estado federal y su incardinación
en un proceso de unidad a escala europea.
Pero el
fracaso electoral actuó de detonante de las divisiones internas del movimiento,
dentro del que emergerían con claridad una tendencia de derecha radical e
independentista encabezada por Modrel, y otro de izquierda liberal y
federalista, encabezada por Duhamel y Marchal. El sector de Modrel, el más
importante numéricamente, refundó el PNB en 1931 ya con claros contenidos
fascistas y corporativistas combinados con la idealización de los métodos de
acción directa y el insurreccionismo inspirado en el Sinn Fein irlandés, si
bien sólo se registraron acciones armadas esporádicas por parte del grupo Gwenn
ha Du (Blanco y Negro, en referencia a la bandera bretona). En el programa Por un partido bretón de los celtas
redividos, publicado por Modrel en 1931, el PNB declara su aspiración a un
Estado bretón que excluyese de los pueblos públicos a extranjeros y razas
latinas, respetase la pequeña y mediana propiedad pero socializase la gran
propiedad y se fundase en una vía intermedia entre el capitalismo y el
socialismo, basada en una comunidad nacional sin clases.
Dentro del
PNB, el propio Modrel encabezaba una tendencia más radical que editaba la revista
Stur, donde los contenidos
nacionalsocialistas se hicieron explícitos, combinándose con una racismo pancéltico
y antisemita, en el que se proponía una Europa dirigida por pueblos célticos y
germánicos. El PNB logró controlar el grupo Gwenn ha Du e integrarlo en su
estrategia política, el tiempo que creaba una pequeña milicia paramilitar. Ya
existían algunos contactos con Alemania a través del Instituto Anhenerbe de las
SS y de los círculos celtólogos de Munich, así como por vía indirecta de
algunos autonomistas alsacianos, hacia 1939 estas relaciones se intensificaron,
Breiz Atao apoyará el expansionismo
alemán y promoverá una campaña contra la entrada de Francia en la Guerra contra
Alemania.
El PNB
rehusó a presentarse en contiendas electorales, prefiriendo actuar como un
grupo de presión que apoyaba a los candidatos de los partidos franceses en la
medida en que juzgaban que éstos apoyarían un programa de mínimos. En el Congreso de Guingamp la tendencia
nacionalsocialista e insurreccionista, dirigida a la extinción del Estado
francés, se impuso claramente, se organizó una milicia dirigida por Célestine
Lainé que recibió armas de Alemania a través del IRA. Como resultado de esas
actividades, el gobierno francés prohibió las actividades del partido y varios
de sus líderes –entre ellos Modrel- tuvieron que huir a Alemania, donde se
relacionaron con ambientes nacionalista radicales flamencos e irlandeses y con
diversas instituciones alemanas.
La invasión
de Francia por Alemania en 1940, fue vista por el nacionalismo bretón como la
gran oportunidad de construir in Estado independiente, algo que contó con el
apoyo total del régimen alemán, y especialmente de las SS. Se llegó a propiciar
una reunión entre Doriot, el líder nacionalsocialista francés apoyado por el
III Reich, y representantes bretones, en la que el primero admitió la
existencia de una nación bretona diferente a la francesa, y se estableció que
en caso de una victoria final del Eje, Bretaña se independizaría de Francia.
Modrel volvió a Bretaña y siguió al frente del PNB, uniendo la causa bretona a
la suerte de Alemania en la guerra; se fundaron organizaciones como los Bagadoú
Stourm (Grupos de combate), una organización paramilitar cuya bandera estaba inspirada en los símbolos
bretones y en la bandera alemana de guerra. Es más, hubo incluso nacionalistas
bretones que rechazaron la no entrada del PNB en acciones bélicas y crearon una
unidad bretona dentro de las SS, compuesto por varias decenas de hombres y
conocida como Bretonische Waffenverband der SS, que usó como bandera la más de
antigua de Bretaña: cruz negra sobre fondo blanco.
Tras la
Segunda Guerra Mundial, el estigma del colaboracionismo afecto a todos los
intentos de refundar el movimiento bretón. Los esfuerzo de los militantes
bretones, y también de sus nuevas generaciones, tuvo que contentarse con
actividades culturales, para pasar en una segunda fase a la formulación de
reivindicaciones socioeconómicas y, finalmente, articular un nuevo discurso
nacionalista de componentes diferentes, donde se haría fuerte el elemento
democrático, y, a veces, el izquierdista, influidos por el momento y por los
diversos movimiento de liberación nacional de los años 60. Si bien también es
cierto que muchos de los antiguos militantes bretones nacionalsocialistas,
formaron parte de este nuevo nacionalismo, pero a la vez seguían permeables a
las influencia de sus antiguos camaradas que se expresaban a través de
publicaciones, como fue el caso del propio Modrel, quien siguió cantando desde
su exilio argentino las excelencias de la Europa de las etnias en su revista la
Bretagne Reéle.
Como
acabamos de decir, después de 1945 asistimos a un primer momento de refundación
de grupos culturales. En 1946 se lanza la Asociación de Gaiteros (fundada
inicialmente en 1943) a ella siguen círculos célticos locales y varias revistas
y grupos de defensa del idioma bretón que organizaron marchas cívicas en defensa
de la lengua en los primeros años sesenta.
Las demandas
socioeconómicas empezaron a formularse a partir de la constitución en 1951 del
Comité de Estudios y Vinculación de los Intereses Bretones que aspiraba a
convertirse en el portavoz de todos los intereses corporativos, sociales y
económicos en Bretaña y “sus fuerzas vivas”.
Fue en 1956
cuando se comenzó a rearticular políticamente el movimiento bretón. En 1956
varios activistas fundaron Project d´Organisations de la Bretagne con objetivos
regionalista que el año siguiente se convirtió en el Movimiento por la
Organización de Bretaña (MOB) .Los sectores juveniles y estudiantiles,
centrados en Rennes, contemplaron con simpatía el proceso de independencia de
Argelia, mientras el ala conservadora proclamaba la solidaridad de los bretones
con los colonos franceses, esta facción más juvenil se orientó hacia la
izquierda, posteriormente abandonó la organización y fundó la Unión Democrática
Bretona (UDB), la principal fuerza nacionalista bretona de la postguerra. Después surgieron grupos más o menos
radicalizados e incluso organizaciones partidarias de la violencia como el
Frente de Liberación de Bretaña (FLB), fundado en 1966 y autor de varios
atentados todos ellos incruentos; el FLN fue desmantelado y reconstruido en
varias ocasiones. En 1982 nació el Partido Republicano Bretón (Strolad Pobl
Breizh) y el Partido por la Organización de una Bretaña Libre (POBL), de
carácter centrista y europeísta, con débil implantación electoral, pero con
cierta presencia en las zonas rurales del Finisterre bretón.
Si bien
durante los años 70 y 80 hubo alguna tímida colaboración con la izquierda
francesa, en especial con el PSF de Mitterrand, ésta se terminó en 1982 con la
victoria electoral del éste, y el incumplimiento de su primera de
regionalización; por el contrario los bretones se encontraron con la
desagradable sorpresa de que al trazar el nuevo mapa regional, Nantes –su
capital histórica- quedaba fuera de Bretaña, e incluida en la fantasmagórica región
“País del Loira”.
En 2000
Patrick Montauzier, antiguo miembro del Frente de Liberación Bretón/Ejército Republicano
Bretón (FLB/ARB) funda un nuevo partido nacionalista bretón ADSAV inspirado en
el nacionalismo tradicional y hoy la única formación que lucha realmente por la
independencia y al identidad de Bretaña.
EL BRETÓN: LENGUA
CELTA.
Como las
lenguas romances, germánicas, latinas, eslavas, celtas y otras, forman parte de
la gran familia de lenguas indoeuropeas. En el siglo III a. C las lenguas
celtas ocupaban dos tercios del continente europeo, y se hablaban desde el mar
Negro al Atlántico. Hoy sólo cuatro de estas lenguas célticas han sobrevivido
en el extremo occidental de Europa, que a su vez se clasifican en dos
sub-grupos:
-El grupo
britónico (o celtas p) al que pertenece el bretón, el galés y el córnico (de
Cornualles), recientes estudios afirman que el bretón está aún más emparentado
con el córnico que con el gales, pero aún es un tema de debate lingüístico. Por
su parte recordad que la lengua galo-celta hablada en Bretaña antes de la
llegada de los romanos, desapareció totalmente, aunque sabemos que hasta el
siglo V d.C todavía era hablado. Como
curiosidad "Hola a todos" en bretón se dice: Demand d´an ol.
-el gaélico (o celtas q)
de Irlanda y Escocia, junto al manx (de la Isla del Man).
Cada una de
estas lenguas ha tenido su propia evolución y su situación varía de un país a otro. En Bretaña la zona llamada bretonitzant, es decir donde se habla
el bretón, se extiende al oeste de una línea que va de Saint Brieuc a
Saint-Nazaire, y que comprende Finisterre y el oeste de la costa armoricana,
del Morbihan y del departamento del Loira-Atlántica. Al oeste de esta frontera
imaginara es donde más encontramos topónimos bretones con las partículas: ker, loc,
plou, lan, etc.
Hace tiempo
que los bretonitzants eran los
miembros de las familias rurales y pescadoras. En las ciudades, el bretón se
utilizaba por un número importante de antiguos campesinos y por sus hijos, como
también por los notables que tenían relación con el mundo rural… o que eran
respetuosos con los derechos del pueblo: políticos, clérigos, médicos,
notarios, comerciantes, etc. Si la proporción de los niños para los que el
bretón es la lengua materna ha disminuido fuertemente, esta amenaza sobre la
lengua ha provocado una favorable toma de conciencia en amplias y variadas
capas de la población. Esta toma de conciencia ha llevado a la creación de unas
escuelas infantiles llamadas Diwan (Crecimiento) en un principio financiadas
por los padres y simpatizantes, en las que se practica la inmersión lingüística.
Después de 30 años de existencia, la organización Diwan es reconocida y casi
totalmente financiada por fondos públicos. Impulsada por esta corriente popular
y por las reclamaciones de instituciones europeas, el Ministerio de Educación
francés, ha hecho, finalmente, una excepción al sacrosanto monolingüismo francés
y ha creado clases infantiles, primarias e incluso secundarias bilingües.
Pero el
combate por mantener esta centenaria lengua, no se circunscribe solamente a la
enseñanza. Varias editoriales difunden revista y obras en bretón –el 20% de las
publicadas en Bretaña- así como varios productores de cine, de radio y músicos
crean en brezhoneg, por su parte hay
televisiones y radios bilingües y el bretón se ha introducido en la
señalización de las carreteras y en los
paneles urbanos.
SÍMBOLES:
TRISKELLES Y ARMIÑOS
La bandera
bretona, la famosa Gwenn ha Du (blanco y negro) fue diseñada en 1923 por Morcan
Marchal militante de Breizh Atao
(Bretaña para siempre). Su bandas negras representan las cuatro zonas de habla
bretona: León, Trégor, Cornuailles y Vannetais; las blancas las de habla
francesa: Rennais, Nantais, Dolois, Malouin, Penthièvre; y los armiños (en el
cuadrante superior izquierdo) el antiguo ducado de Bretaña. En general esta
bandera intenta sintetizar el tradicional escudo de armas bretón y la
diversidad de sus regiones, su diseño estuvo influido por la bandera griega,
referente obligado para los movimientos nacionalistas de la época por su lucha
contra el ocupante otomano.
Históricamente
conocemos otros estandartes y banderas bretonas. La primera de la que tenemos noticia es la
Kroaz Du (cruz negra sobre fondo blanco)
usada por los cruzados bretones en el siglo IX, probablemente fue la
bandera nacional hasta 1531, cosa diferente fue el escudo. En 1213el rey de
Francia dio al ducado de Bretaña al capeto Pierre de Dreux Mauclerc, que por
razones desconocidas cambió el anterior escudo bretón por otro con un fondo
blanco y sobre él un campo de armiños, éste fue el definitivo escudo que aún
hoy se conserva en la bandera bretona. Se cuenta que adoptó el armiño porque un
duque bretón en el siglo X vio cómo un pequeño armiño se volvió contra un zorro
que le acosaba y, olvidando cualquier temor, atacó al animal más grande: esto,
pensó el duque. Simbolizaba la actitud que debían tener los bretones ante las
constantes amenazas de las invasiones vikingas.
Otro símbolo
que se puede ver por toda Bretaña es la triskele, sus tres brazo representan
los tres elementos: tierra, agua, fuego para unos; para otros la perfecta
armonía entre los tres órdenes de la sociedad tradicional celta: druidas,
guerreros y campesinos. Aunque su significado se más profundo y remita al
simbolismo polar.
MÚSICA Y
MESA;
Melodías
mágicas salidas de instrumentos similares caracterizan toda la música celta:
Bretaña, Cornualles, Escocia, Irlanda, Galés, Galicia, la isla del Man,
Asturias, pertenecen al mismo mundo de los bellos sonidos de las gaitas,
violines y arpas.
En Bretaña,
después de la Segunda Guerra Mundial, se asiste a la recuperación del folklore
propio con la creación de la Bodaged ar Sonérion, asamblea de músicos que
recupera la badag, la forma bretona
de las bandeas de gaiteros. Desde los años 70, Alan Stivell, funda escuelas
para los nuevos músicos, en las que, entre otras cosas, se recupera la antigua
arpa bretona. Más recientemente ha sido Dan Ar Braz quien más que ha hecho por
la música céltica en Bretaña. Heredera de las más antiguas tradiciones, la música
celta conjuga hoy esta herencia con una importante renovación música. La música celta está presente todo el años en
Bretaña tanto por la existencia de numerosos grupos (Alan Strivell, Tri Yann Am
Naoned, Gilles Servat, Clam´s. Denes Prigent) como pro las reuniones anuales de
gran importancia en todo el mundo celta –festivales de Rennes, Corniualle,
Quimper y el inter-céltico de Lorient- Aunque casi más interesantes son los festivales
típicos de cada pueblo como el que tuvimos la suerte de ver en la pequeña
localidad de St Pol de Léon-Kastell Pol, donde se celebraban las fiestas
locales en la plaza del pueblo: un grupo tocaba en directo y la gente salía a
bailar cada una de las canciones, todos sabían perfectamente cómo hacerlo y
mientras sonaban las canciones la gente bailaba formando un gran círculo que
iba dando vueltas sobre sí mismo, mientras que en otras canciones se formaban
varios círculos más pequeños, y en otras se formaba una especia de gran
serpiente que avanzaba lentamente por toda la plaza, y en otra se bailaba en
tríos: de fondo una gran hoguera hacía de insuperable acompañamiento visual.
Como
recomendación final aconsejaríamos terminar de leer este artículo saboreando el
más famoso de los platos bretones, una crêpe
–o mejor dos, una salad y una dulce-. Acompañada de una buena sidra
bretona-. Más parecida a la irlandesa que
a la asturiana. Y para conciliar el sueño un poco del tradicional whisky local,
muy poco conocido fuera de Bretaña porque no se destina a la exportación, pero
que en su sabor y aroma recoge varios de los secretos de la mágica Bretaña.
Enric Ravello.
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