El pasado 8
de julio, participé como conferenciante en el II Forum Constitucional de Kiev a invitación de
su organizador Alexei Kalynuchenko,
vice-presidente de la organización internacional “Civil Union”, apoyando y
participando en este foro había varios diputados regionales de Odessa, Dnepropetrovsk, Kharkov y Zaporozhya.
A mi llegada al aeropuerto de Kiev no tenía
seguro que me iba a dejar entrar en el país, hacía pocos días Frank Cleyerman (Vlaams Belang), no fue autorizado a entrar en suelo
ucraniano por haber participado como observador internacional en el referéndum,
de Crimea, junto a mí y a otros políticos de Europa occidental.
Durante este
II Congreso se pronunciaron varias conferencias sobre la futura constitución de
Ucrania en la que especialmente se abordaron la cuestión de la integración y el
reconocimiento de las minorías rusas del Este del país.
Destacaron las
intervenciones Berezhna Olena,
director del “Institut of Legal Policy and Social Protection”, Alla Aleskandzovska, del Partido Comunista
Ucraniano, y el políticos y miembro del KPÖ, Philipp Funovits, el único
participante de Europa occidental junto a mí.
Mi
intervención se centró en dos puntos: la crisis ucraniana y su sentido geopolítico
y la defensa del reconocimiento de la minoría rusa del Este de Ucrania.
En el primer
punto hice hincapié en la idea de que el conflicto ucraniano está instigado
desde los Estados Unidos para romper cualquier posibilidad de acercamiento
entre la Europa occidental y Rusia, acercamiento en el que Ucrania tendría un
papel de puente. La lógica de Washington ha convertido este puente en
barricada, a la vez que obligaba a la UE a tomar posturas anti-rusas (sanciones
comerciales) que por supuesto no toma los Estados Unidos, que de esta forma no
sólo daña la economía europea sino que la desplaza del mercado ruso a costa de
sus propios productos. La geopolítica de Washington tiene como principal
objetivo impedir un sinergia euro-ruso-eslava, la única capaz de poner en
cuestión su dominio universal. Es en este marco en el que se debe situar la
crisis ucraniana. Me alegra afirmar que el público ucraniano, recibió entendió
y compartió esta reflexión.
En cuanto a
la minoría rusa, la cuestión es clara, y lo afirmé en Kiev y ante un público
ucraniano (lo que a priori no era fácil ni cómodo) o en la nueva constitución ucraniana,
reconoce la lengua, la identidad y el autogobierno de las regiones rusófonas, o la constitución que se redacte no sólo no
será reconocida en estas repúblicas, sino que darán por descartada cualquier
posibilidad de ser entendidos por Kiev y optarán por la independencia y la unión
a Rusia como única opción para preservar su identidad.
Tensiones y represión: la política
del gobierno atlantista de Kiev.
Tras mi
participación en este coloquio, recibí una nueva invitación de Alla
Aleskandrovska, para participar en un próximo debate en Jarkhov una semana
después, sobre la cuestión de la minoría rusa, no me fue imposible asistir por
falta de tiempo, pero mucho me temo que sería el último debate que Aleskandrovska
podría haber organizado. Esta misma semana el gobierno atlantista y
pro-americano de Kiev, presidido por Petró
Poroshenko, ha decretado la prohibición del Partido Comunista Ucraniano
(más concretamente de los 3 partidos comunistas que había en Ucrania) y el uso
de la simbología comunista, como se lee en el decreto del Ministro de Justicia
ucraniano, Aleksandr Turcinov basándose “en la condena de los regímenes totalitarios
comunista y nacionalsocialista en Ucrania y en la prohibición de sus símbolos”.
El Partido Comunista, que bajó del 13% al 4% en las últimas elecciones, era
aliado del Partido de las Regiones, favorable al reconocimiento de la minoría
rusa.
Poroshenko, está
dispuesto a instaurar un “dictadura
democrática” eliminando cualquier pensamiento disidente. No sólo han sido los
comunistas, al día de mi salida de Kiev,
la ciudad vivió duros enfrentamientos entre militantes del movimiento
nacionalista Sector Derecho y fuerzas policiales, recordemos que los batallones
de Sector Derecho combatieran en las posiciones más peligrosas por la unidad de
Ucrania en el Este, y, además, cuenta con un diputado en el Parlamento ucraniano. Para las marionetas de
Washington, Sector Derecho se estaba convirtiendo en algo “molesto” y exigieron
el desarme de su milicia y la entrega de las armas al gobierno. La negativa de
Sector Derecho ha sido clara y rotunda, tanto como sus acciones bélicas lo
son. Poroshenko no tendrá fácil cumplir
su doble objetivo: convertir a Ucrania en un protectorado americano, enfrentado
a Rusia y alejado de la UE, y eliminar cualquier oposición interna que amenace
sus el cumplimiento de los planes que le dicta Washington.
Enric
Ravello.
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