El 30 de noviembre la Comisión Europea retiraba el “dosier inclusivo” por el que se pedía no utilizar el término de “Navidad”. Las protestas y la indignación general impidieron que el proyecto prosperara y que la UE lo retirara. El dosier había sido propuesto por la comisaría de Igualdad, la socialista maltesa, Hellena Dalli, para quien felicitar la Navidad “excluye a ciudadanos europeos de otros orígenes”. Dalli, sin embargo, felicitó oficialmente la Janucá judía tres días después de presentar el proyecto contra la Navidad. Esta vez la indignación popular evitó que el proyecto prosperara pero el ataque a las tradiciones europeas ya no necesita disimulo.
Desde hace miles de años en los últimos días de diciembre se han vivido de forma especial en todas las culturas europeas. Todavía hoy, en plena época posmoderna donde todo se disuelve y se olvida, estas celebraciones siguen estando presentes.
No entraremos aquí en la forma personal en la que cada uno interpreta y siente su significado. Para la mayoría de los europeos simboliza el nacimiento de Cristo, pero nadie puede ignorar que el Mito que se vive en estos días, se remonta al amanecer de nuestra común civilización.
No es objeto de este artículo, el hecho de que la Iglesia tardara mucho en reconocer la fecha de 25 de diciembre como la del nacimiento de Cristo, y que esta fecha fuera precisamente la del día "Sol invictus" en Roma, o la del nacimiento de Mitra, que lo hace en una cueva y entre una mula y un buey. Su culto, el mitraísmo, era una religión de origen ario -persa muy difundida en el Imperio romano. Entre las iconografías navideñas de origen bíblico nos encontramos también a los Reyes Magos de Oriente. Oriente es la antigua Persia y Magos es un término derivado del persa “ma-gu-u-sha”, con el que se refieren a los sacerdotes de la religión zoroástrica ario-persa. Los Reyes Magos, que en España son los que llevan lo regalos a los niños la noche del 5 al 6 de enero, son los llevan al Cristo recién nacido: Melchor le entrega oro “como rey”, Gaspar incienso “como dios” y Baltasar mirra “como hombre que va a morir”. Los tres reyes también simbolizan las tres edades del hombre. Hay que esperar hasta al siglo XV para ver una representación en la que Baltasar aparezca como un rey negro, la Iglesia justificó este cambio afirmando que así se simbolizaban las razas de los tres continente conocidos hasta entonces, pero la referencia alquímica: Melchor-blanco; Gaspar-rojo; Baltasar-negro es fácil de ver. Los Reyes Magos aparecen por primera vez representados en el conocido mosaico de San Apolinar el Nuevo de Rávena, datado del siglo VI, en el que son representados como persas.
En la mayoría de países de Europa, el personaje que trae los regalos a los niños está asociado históricamente a San Nicolás, pero el paralelismo iconográfico con Odín, dios barbudo y con un gran sombrero que surca el cielo montado en Sleipnir, su caballo de ocho patas la noche del 21 de diciembre, enlaza con simbolismos y deidades anteriores y ancestrales.
Sin duda el elemento iconográfico que más remite a la Navidad, es el Árbol, que en las culturas indoeuropeas es el símbolo que simboliza la unión de la Tierra y el Cielo. “El abeto de Navidad procede de las tradiciones occidentales antiguas: es una supervivencia popular del árbol sagrado Yggradsil de los países nórdicos, es el Eje de la Vida Universal, como la columna vertebral es el Eje biofísico del Hombre”, nos dice Marc de Smedt en el número de diciembre de 1974 de la revista “Le Nouvelle Observateur”. Son precisamente inmigrantes alemanes y soldados de Hesse reclutados por Jorge V durante la guerra de la Independencia, los que llevaron el Árbol de Navidad a los Estados Unidos. En los países mediterráneos també se usan pinos y olivos, que tienen el mismo significado.
Lo que se celebra estos días es precisamente el "Nacimiento de la Luz"; también es éste el significado cristiano. El Sol re-nace desde el punto más bajo de la elíptica en el día del solsticio de invierno, cuando parece "pararse", para reprender -desde esa fecha- el camino ascendente que culminará en el solsticio de verano. Así estos días se recuerda que la Luz, incluso en la más gran oscuridad –la noche de solsticio- termina saliendo siempre victoriosa. Luz que vence y da inicio, según el Hinduismo –otra religión de raíz indoeuropea- al deva-yana o “ciclo de los dioses” en contraposición al pitri-yana o “ciclo de los hombre”. En la iconografía cristiana esta luz victoriosa se representa en el niño Jesús.
Hoy esta Navidad, festividad ancestral de los pueblos europeos, tiene tres grandes enemigos, que -en el fondo- son los grandes destructores de identidades.
-El consumismo: cíclicamente el retorno del sol y la luz sí que ha estado relacionado con la función productiva -y por tanto con el consumo-, y también con los "dones" -actualmente regalos-. De hecho, éste es el significado de las bolas que se cuelgan en los árboles de navidad y que suelen ser rojas porque míticamente son también las manzanas del Árbol de las Hespérides. Pero el consumismo es el error de tomar una parte por el todo, y reducir el profundo significado de estas fiestas únicamente a esta función (la productiva- consumista) olvidando hasta negar la función espiritual, y convirtiendo a la Navidad en una caricatura de sí misma.
- El islamismo: los ataques pasados del ISIS en Navidad, y las medidas de seguridad que se toman cada año en Europa ante posibles atentados musulmanes, no tiene que ver sólo con que estos días haya más congregaciones de gente por las calles, sino que están motivados por el odio intrínseco y permanente del islamismo wahabita hacia toda forma de tradición europea.
-El pseudo-progresismo estúpido: su finalidad siempre es atacar cualquier cosa que recuerde al orden, a la belleza en la armonía, para vulgarizarlo y destruirlo. Los ejemplos se multiplican, desde las estupideces de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau en las "cabalgata de reinas magas" de Valencia pasando por la ordinaria, lamentable y cobardemente irrespetuosa imagen de la Virgen María LGTB (un transexual con barba diseñador por Riccardo Simonetti, embajador especial frente a la UE de los derechos LGTB, o el desagradable “pesebre erótico” de una pastelería de Sevilla. Permanentes ataques de mal gusto contra cualquier forma religiosa i simbólica propia de los europeos.
Las celebraciones navideñas, son comunes a la civilización europea, pero también propias de cada una de las culturas que la componen. Por eso sería recomendable festejarlas de la forma más local, y más identitaria posible.
Personalmente tengo la costumbre de releer durante estas fiestas, el maravilloso libro de Charles Dickens Cuento de Navidad, donde el autor inglés plasma el espíritu todo lo que he querido transmitir en este artículo.
Feliz Navidad.
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