dissabte, 13 de novembre del 2021

EN LA FRONTERA DE POLONIA.

 



 

Polonia está defendiendo su frontera, que es la frontera de la UE de una oleada de inmigrantes ilegales que pretenden asaltarla por la fuerza. Varsovia ha desplegado su ejército para evitar el asalto de miles de refugiados que pretenden instalarse en nuestro continente. Apoyamos absolutamente al gobierno y al ejército polaco que debe actuar con toda la fuerza necesaria para parar y revertir esta intolerable avalancha invasora.

No hay ninguna consideración “humanitaria” que sirva como pretexto para oponerse a la contundente actuación polaca. Si los inmigrantes tienen frío y necesidades, la solución es abrir puentes aéreos idénticos a los que les han llevado a la frontera con Polonia, pero en dirección inversa para devolverlos a su casa.

Dicho lo cual, hacemos algunos comentarios sobre el trasfondo de la situación.

 

La sombra de Washington en la crisis

Después de los atentados del 11 de septiembre, los llamados “neo-cons” imponen su estrategia en la Administración de EEUU. En su irracional mesianismo hacen que los EE.UU declaren una “guerra general al Mal”, un “Mal” que ellos se otorgan el derecho de determinar qué países lo componen.

En esta delirante dinámica EEUU invade  Irak –un país laico y que contención al islamismo- en 2003. EEUU prometió a los kurdos, sometidos a Irak,  un Estado propio si apoyaban su invasión.  Hay que recordar que entonces Polonia, gobernada por la Alianza Democrática de la Izquierda, apoyó la invasión estadounidense de Irak.

Estados Unidos no cumplió con su promesa a los kurdos y cuando retiró a sus tropas de Irak,  dejó desprotegidos a sus antiguos colaboradores, como ha hecho recientemente en Afganistán. La inmensa mayoría de los refugiados que están intentando asaltar la frontera de Polonia, son precisamente kurdos.

Desde su regreso a la política internacional, es decir desde la caída del Telón de Acero, Polonia ha ido definiendo su posición geopolítica como una clara alianza con EEUU. Fue el primer país en el que se desplegó el escudo anti-misiles contra  Rusia. Más  recientemente Varsovia apoyó la “revolución naranja” y el intento de derrocar a Lukashenko, detrás del cual estaba la diplomacia norteamericana. Las “revoluciones de colores”, ideadas desde la inteligencia EEUU y frecuentemente financiadas por Soros, han tenido como objetivo principal eliminar el control de Moscú sobre el espacio ex soviético que aún controlaba: los ejemplos de Georgia y Ucrania son claros. El siguiente intento era Bielorrusia, aunque esta vez ha sido fallido.

 

Las reacciones de Lukashenko y el Kremlin

Turquía, siempre dispuesta a crear inestabilidad en la UE y más especialmente en Alemania, que es el destino final de todos esos refugiados. Ha estado fletando vuelos, fundamentalmente de kurdos, a 1.500 € euros y billete  el visado de salida –no se trata precisamente de pobres-. Visas con destino a Bielorrusia que eran generosamente expedidas por sus  embajadas. La complicidad de Minsk la crisis es incuestionable. La venganza de Lukaschenko contra Polonia, y eventualmente contra Lituania y Letonia, países con los que Bielorrusia también tiene frontera y ansias de venganza, es de una enorme torpeza estratégica.  Minsk anunció que como respuestas a las duras sanciones económicas europeas por la violación de derechos humanos en Bielorrusia, es decir en venganza por no haber logrado el triunfo de la “revolución de color”, llenaría a los países de la UE de “droga e inmigrantes”. Una reacción absurda y condenable, típica de un autócrata nostálgico de la Unión Soviética.

“Occidente con sus guerras injustificadas es el responsable del flujo de refugiados” declaró Vladimir Putin para referirse a la situación actual. No le falta razón al presidente ruso. Sin embargo el seguidismo de la inaceptable postura de Minsk de chantajear a Europa con oleadas de refugiados ilegales, aleja a Putin de su papel de gran estadista, genera desconfianzas en Europa occidental hacia su visión continente, y por supuesto dificulta su proyecto de “una Europa unida de Lisboa a Vladivostok” al que se refirió recientemente como su principal objetivo geopolítico. En definitiva, esta tensión entre Polonia/UE-Bielorrusia/Rusia  supone una victoria política y propagandista para las posiciones atlantistas en Europa oriental y en el espacio de Intermarium. Espacio clave donde se está jugando la guerra geopolítica de mayor transcendencia para el futuro de Europa.

Privada de influencia en Georgia y de “de facto” con una Ucrania aliada de la OTAN, Moscú no puede permitirse perder Bielorrusia, el último estado exsoviético europeo bajo su órbita. Bielorrusia es un estado-tapón típico que usa una gran potencia (Rusia) para amortiguar los conflictos y tener una primera línea desde la que actuar –diplomática y militarmente- sin involucrar el propio territorio. En este caso es un arma de doble filo, al ser Bielorrusia el último estado-tapón que le queda al Kremlin en Europa también está obligado a seguir y apoyar cualquier aventura –por arriesgada y absurda que sea- de Minsk.

La escalada de tensión, el despliegue del ejército polaco en la frontera, con la misma respuesta de las fuerzas bielorrusas, ha motivado que Rusia haya enviado ya a unidades de élite de paracaidista y helicópteros con armas nucleares en apoyo a Minsk. No es en absoluto una buena noticia para el conjunto de los europeos.

Es necesario ver la evolución de los acontecimientos y observar quién asume el liderazgo de la solución y demuestra ser un político con visión continental. En este sentido Putin ha dado un primer paso proponiendo una reunión entre los gobiernos alemanes y bielorruso.

 

La impotente hipocresía de la UE

De amenazar con su expulsión a loar su labor como garante de la defensa de la UE y aceptar financiar un muro contra la inmigración en su territorio. Así de volátiles e hipócritas  son los líderes de la UE.  Polonia es ahora un ejemplo. Sin embargo Salvini, quien primero advirtió y actuó en coherencia, sobre el peligro migratorio, fue políticamente atacado y es aún judicialmente perseguido.

De atacar a Trump por levantar un Muro contra la inmigración -que había empezado el alabado Obama- los ridículos dirigentes de la UE han pasado a proponer ellos mismo construir un Muro idéntico.  Decadente, inútil, prescindible, temerosa nula, e incapaz de actuar en el mundo del siglo XXI, se demuestra de nuevo la ausencia de cualquier liderazgo en la Europa occidental.

En algunos lugares se pueden leer afirmaciones como “que la  UE tenga mano dura con Bielorrusia”. La respuesta ha de ser clara: la UE no tiene mano dura, ni gas, ni capacidad nuclear para responder a Rusia. Siempre hemos abogado por la sinergia entre Europa y Rusia para crear ese bloque de Lisboa a Vladivostok. Esta crisis demuestra más que nunca su necesidad.

Conceptualmente solo asumiendo una lógica de civilización europea polacos y bielorrusos, los pueblos europeos serán capaces de asegurar su futuro e impedir cualquier tipo de manipulación que nos fractura y nos debilita.

 

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