divendres, 17 de setembre del 2021

ELECCIONES PASO EN ARGENTINA. SEPTIEMBRE 2021.

 

 

 El domingo 12 de septiembre, se celebraron las llamadas elecciones PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en Argentina. Unas elecciones de importancia política secundaria, pero que iban a servir de termómetro después de casi dos años de gestión de Alberto Fernando y cuando el país está saliendo de un encierro COVID, increíblemente duro y mal gestionado que ha provocado una grave situación económica con cierre de miles de empresas, especialmente pequeños y medianos comercios, en todo el país.

Por una parte, se sabía del desgaste del gobierno de izquierdas (Frente de Todos) motivado, su mala gestión del COVID, el desastre económico y las continuas disputas entre el presidente Alberto Sánchez y la vice-presidenta Cristiana Kirchner. Por otra parte, la oposición de centro-derecha (Juntos por el Cambio) aún arrastraba el lastre de la gestión de Macri y su impacto negativo en las clases medias, una oposición que todavía no ha podido poner un rostro único como candidato a las presidenciales de 2023. Por perspectiva histórica y evolución de votos en los últimos años, los analistas políticos afirmaron hasta pocos días antes que la victoria de Frente Amplio iba a ser muy ajustada, y que si lo era por un margen inferior a 4-5 puntos porcentuales, significaría una señal clara del peligro que tenía el peronismo oficial para ganar la reelección presidencial en 2023. Los cuarteles generales de FA y JxC compartían esa reflexión.

“Terremoto político” fue el titular más leído en la prensa tras hacerse públicos los resultados del recuerdo. El oficialismo no sólo no había ganado por menos de 4-5 puntos, había perdido por casi 11. Frente de todos 31,8%, Juntos por el Cambio 41,5%.  El oficialismo perdía en su bastión más fuerte, la provincia de Buenos Aires, (38% para la oposición, 30% para el gobierno), algo jamás imaginado ni en sus peores presagios, electoralmente el Frente de Todos depende fundamentalmente de los votos de la periferia empobrecida del Gran Buenos Aires. El oficialismo perdía también en toda la zona agrícola productiva del interior del país, algo previsible pero no tanto por la diferencia que lo ha hecho, y sólo conserva con escaso margen de votos, y en casi todos los territorios tradicionales del peronismo (Entre Ríos, la Pampa, Salta, Misiones, Chacho, Santa Cruz –donde empezara su carrera política Néstor Kirchner, Tierra de Fuego y Chubut). El oficialismo solo fue capaz de ganar en el norte profundo: Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Formosa, donde el clientelismo político es lo que dirime las elecciones.

Fuera de los dos partidos grandes, la extrema izquierda Partido de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) logra un resultado histórico llegando al 7,6 % de votos. En la provincia de Tucumán se consolida como la tercera fuerza política. Hay que recordar que en los años 70-80 cuando la guerrilla montonera actuaba en toda Argentina, en Tucumán era extremadamente fuerte el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)- brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores), contra el que el ejército tuvo que hacer una dura campaña de guerra regular –no de simple contra-guerrilla- para retomar el control de la provincia.

En la derecha, también logra un buen resultado la formación Avanza Libertad 7,4%. Sin duda su gran triunfo ha sido el 13% logrado por su líder Javier Milei en la ciudad de Buenos Aires. Presentado como “extrema derecha”, Milei es en realidad un ultra-liberal enemigo de todo lo que represente la idea de Estado, y es miembro de diversos foros mundialistas como el World Economic Forum. Milei, ha realizado una campaña con llena de provocaciones y de espectáculo mediático, su mensaje ha conjugado medidas ultra-liberales con fuerte crítica a la clase política tradicional. El hecho de que Milei haya logrado el núcleo de votos en la zona sur de Buenos Aires, la zona pobre y tradicionalmente de voto peronista, y los porcentajes en los barrios del norte (zona rica y de voto tradicionalmente centro-derechista) es la prueba de que sus votos han venido como resultado a su crítica a la clase política y no por sus propuestas ultra-liberales, nefastas para el sector social que le ha votado.

La reacción del oficialismo ante este batacazo electoral, ha sido la previsible: aumento de la histeria, medidas contradictorias, ninguna propuesta seria, ausencia de un plan económica, y lo que es peor la larvada enemista entre el presidente Fernández y la vicepresidenta Kirchner ha explotado en una abierta y agresiva guerra entre ellos

El próximo noviembre los argentinos vuelven a las urnas para elegir 127 de los 257 escaños de la Cámara de Diputados y 24 de los 72 escaños del Senado; entonces los resultados sí tendrán consecuencias políticas de mayor calado.  Si se repiten los resultados de septiembre, o incluso si empeoran para el gobierno, el escenario político argentino será un polvorín.

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