dimarts, 28 de setembre del 2021

ELECCIONES LEGISLATIVAS ALEMANAS. SEPTIEMBRE 2021.

 


El domingo 26 de septiembre los alemanes acudieron a las urnas. Eran las primeras elecciones sin Angela Merkel, la Canciller que durante dieciséis años había estado al frente la Alemania, y por lo tanto de la UE. Unas elecciones en las que se buscaba no solo un nuevo canciller sino también un nuevo liderazgo europeo: las elecciones alemanas tienen consecuencias en toda Europa,  no es solo una frase hecha que repiten los periódicos; es cómo funcionan la realidad en la en la fase histórica post-nacional.

El candidato del SPD, Olaf Scholz,  vice-canciller con Angela Merkel y que en cierto sentido marcaba una continuidad, ganó por un estrecho margen al candidato del partido de la Canciller saliente, Armin Laschet  (CDU-CSU), por un estrecho margen, que confirmaba un progresivo recorte de distancias entre los dos candidatos reflejado en las últimas en las encuestas, una anodina y aburrida campaña del candidato social-demócrata estuvo a punto de hacerle perder las elecciones. La diferencia final fue de 25,7 contra 24,1%

El resultado de los Verdes (Die Grünen),  que habían llegado a situarse en primera posición en las encuestas hacía pocos meses, se quedó en un 14,8%, lo que les convierte en la tercera fuerza.  Una de sus dudosas “aportaciones” de los Verdes es la de tener los dos primeros diputados/as transgénero en el Bundestag.

Los Liberales (FDP) –histórico partido bisagra en al RFA antes de la reunificación-  lograban una buen 11,5 % y aspiran poder volver al gobierno después de dieciséis años de ausencia.

La grande derrotada de la noche fue Die Linke (la Izquierda) que con un escaso 4,9 % logra por décimas conservar su presencia parlamentaria.

 

AfD resiste firme.  

Una de sus líderes Alice Weidel valoraba así la jornada electoral: “estamos bien”.  Una valoración acertada. La nacionalista Alternative für Deutschland (AfD) fue sometida durante toda la campaña a un brutal aislamiento por parte de los medios de comunicación-absolutamente arbitrario y antidemocrático, siendo el tercer partido político del país- combinado con ataques físicos a sus dirigentes y a sus propiedades, esos ataques de los “anti-sistema” que casualmente siempre coinciden con los intereses del sistema.

El resultado fue de un 10,6% (-2%) confirma que AfD ha venido a quedarse y que es un actor firme y consolidado en la escena política alemana. El partido se confirma como segunda fuerza en el Este (antigua RDA) donde se sitúa en un 20%, mientras que en el Oeste (antigua RFA), es quinta con un 8%. Siendo el primero partido en los länder de Sajonia (24,6%) y Turingia (24%) y es segundo en Mecklemburgo-Pomerania (16,7%) En el oeste no logra arrancar votos al desgaste de Merkel, y en Berlín es donde peor resultado tiene (baja del 14,7% al 8%). Esto puede provocar que el ala “radical” del partido, la del Este del país- imponga con más fuerza sus criterios en el conjunto del partido Reforzando así las posiciones social-nacionales frente a las liberales-conservadoras, lo que sería una muy interesante evolución. Eso es algo que tendrá que verse en los próximos meses.

En el medio plazo AfD tendrá que recomponer su posición sobre la UE, pedir la salida de la misma, es un claro problema para aumentar su crecimiento, especialmente en un país como Alemania cuya aspiración es el liderazgo continental.

 

Coaliciones

La pregunta aún sin resolver es cuál será la coalición gubernamental que se forme tras las elecciones. La responsabilidad cae en el líder socialdemócrata Scholz. Las posibilidades se reducen a tres:

La reedición de la “grosse Koalition”, según las encuestas la que menos apoyo popular tiene, solo un 13%.

La llamada “Jamaica” por el color de los partidos representados: CSU+Verdes+FDP que la apoya un 22% del electorado.

Y la que más preferencias tiene (50%), la coalición “Semáforo”, SPD+Verdes+FDP.

En el nuevo gobierno se verá que línea interna a cada uno de los partidos se impone, si la de un cierta independencia europea liderada por Alemania o la de la absoluta sumisión atlantista. La primera sería una continuidad de la era de Angela Merkel que recordemos cerró su mandato dejando terminado y operátivo el North Stream 2, el gaseoducto ruso que termina en Hamburgo con todo lo que tiene este hecho de importancia energético, política y simbólica.

De mantenerse esta línea de actuación, será determinante ver si Macron –el único político europeo que tiene cierta visión geopolítica- y el nuevo Canciller alemán logran activar el eje París-Berlín como el motor necesario para una Europa que se encuentra débil y marginal en el tablero mundial.

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