Ningún medio de comunicación occidental se ha hecho eco del millar de manifestantes que recorrieron este domingo las calles de Malinas (Flandes) en una marcha contra la islamización y por la libertad de expresión. Tampoco ninguno de ellos había informado de las marchas anteriores contra el islamismo que se habían desarrollado en ciudades de Flandes y de los Países Bajos, y, mucho menos aún, del proceso abierto por la justicia “belga” contra cuatro de sus participantes por delitos de “odio”, ahora protestar contra cualquier imposición de los “políticamente correcto” parece que es odio. La marcha estuvo encabeza por cuatro personas vestidas como presos en solidaridad con los militantes detenidos.
El acto fue convocada por la organización activista Voosport y apoyada por el partido político Vlaams Belang . En la misma participaron militantes como Luk Vermeulen y Bart Vanpachtenbeke y políticos como Filip Dewinter y Tom van Grieken, y estuvo amenizada por cantantes que interpretaron canciones baladas. Esto da idea de la unidad y cohesión del movimiento nacionalista flamenco, capaz de actuar en todos los ámbitos sociales, y a la vez de dar una sólida imagen de unidad cuando la ocasión así lo requiere. Y lo hace sin miedo a usar sus símbolos, sin miedo a decir lo que son, conjugando como nadie coherencia y firmeza ideológica con inteligente praxis política. Por eso el nacionalismo flamenco es hoy la última esperanza para la Europa europea de los pueblos.
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