Guardo estas palabras tuyas como la más preciada medalla. Medalla de una guerra en la que seguimos luchando juntos por encima de cualquier contingencia momentánea.
Me comprometo ante ti y ante esta Asemblea de Guerreros, que son tus seguidores, a comunicar a todo el mundo blanco tu mensaje, tu grandeza y tu forma poética de llegar a nuestros corazones. He decidido vivir siempre contigo (no con tu memoria, sino con tu Ser) hasta que nos volvamos a reencontrar los dos donde tú estás ahora. Como se lee en tu despedida, será solo un instante.
Aquí fuiste un poeta inspirado por los Dioses blancos.
Ahora ya eres uno de esos Dioses.
Inspíranos desde tu Luz.
De tu eterno Amigo y Camarada.
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