
En aquellos mismo años diversos “intelectuales” mundialistas
hablaron del “fin de las ideologías”, lo que en realidad pretendían es que al liberal-globalista
–que también es una ideología-, era la que había triunfado e impuesto a nivel
mundial, y además pretendían hacernos creer que la misma no era una “ideología”
–con la carga negativa que se deba al término- sino simplemente el único modo posible
y lógico de entender el mundo; es decir pretendían afirmar la imposición de la
ideología mundialista como pensamiento único a-ideologizado. La mejor del
Diablo es hacer creer que no existe.
Después de las predicciones de Fukuyama, la caída del gobierno
entreguista y corrupto de Boris Yelstin y la llegada a la presidencia de Rusia
de Putin, demostró que el polemos es algo que va más allá de modelos
económicos. El ascenso de China ha confirmado lo vacío y erróneo de la falacia
de Fukuyama, la pretendida victoria eterna del modelo EEUU, se ha convertido en
realidad en el nacimiento de un mundo multipolar, donde cada potencia lucha por
la hegemonía mundial, o por la defensa de su hegemonía regional frente a las
dos grandes potencias globalistas: EEUU y China.
¿Qué papel tiene Europa en esta fase del eterno devenir
histórico? Europa –la civilización europea en su conjunto – tendrá que elegir
su destino: o romper con la inexistencia política y la sumisión a los bloques
dominantes (EEUU, China) para reivindicar la “civilización europea”, y situarle
como uno de los grandes polos político-económicos del multipolar mundo del
siglo XXI, o conformarnos con ser una serie de enanos políticos ineficaces e
inexistentes como poder real y esperar primero nuestra sumisión
político-económica y luego nuestra desaparición como civilización.
La historia no tiene fin.
Pero los pueblos que no son capaces de luchar por su identidad sí que
son borrados de sus páginas.
Enric Ravello Barber.
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