Está
documentado que fueron hasta cuarenta y cinco veces las que está que Donald Trump dijo que bombardear Siria sería
un error, que podría comenzar la Tercera Guerra Mundial. El pasado 4 de abril
él mismo lo hizo, lanzando 50 misiles tomahawk contra Siria, la justificación fue
más que dudosa: el ataque químico atribuido al ejército de Basar El Asad ha sido desmentid por Siria y por Rusia, pero también
por fuentes tan poco “sospechosas” como el diario madrileño ABC o el ex embajador
de Reino Unido en Siria, como ha documentado en la BBC.
Donald Trump
había hecho promesas muy contradictorias sobre Oriente Medio durante su campaña
electoral y también durante los primeros semanas de su gobierno; estas contradicciones respondían, obviamente,
a los diferentes y antagónicos grupos de
presión que rodean a Donald Trump. El
bombardeo de ayer sobre Siria demuestra el mayor peso y la creciente influencia
de “lobby globalista y pro-Israel”, de hecho Trump fue convencido de atacar
Siria ordenar por su hija Ivanka Trump
y el marido de ésta Jared Kusher
pera lanzar el ataque a Siria. La
reacción de otros miembros del equipo de Trump, no se ha hecho esperar, Steve Bannon –el que fuera su lugarteniente durante la campaña electoral al que ahora Trump amenaza con cesar- típico representante
de la derecha dura tradicional
americana, ha condenado el ataque y ha acusado directamente y públicamente a Kusher de ser el cerebro del mismo. La Alt-Right
norteamericana que apoyó la campaña de Trump ha cortado los lazos políticos con
él, mientras la popularidad del nuevo inquilino de la Casa Blanca, cae entre la
población blanca.
El ataque a
Siria contradice otro de los puntos fuertes de la campaña de Trump: el acercamiento
con Rusia y su política común en Siria
contra el ISIS. Moscú, que no cambiado su línea en el escenario sirio ha
condenado el ataque de la aviación estadounidense y lo ha calificado de “grave
agresión”. Un ataque que objetivamente beneficia al ISIS en su lucha contra Asad, y que debilita a éste,
aliado de Irán e inquietante potencia en la zona para el Estado de Israel; recodemos
que Jered Khuser –el yerno de Trump- pertenece al poderoso “lobby judío”.
Efecto
colateral de este ataque, es la situación política en la que ha dejado a los
partidos nacionalistas europeos que –algo precipitadamente- tomaron a Trump y
su programa como referencia a aplicar. Hablamos de Nick Farage, el “padre” del Brexit que en repetidas ocasiones
afirmó su comunión absoluta con Trump y que ahora ha tenido que desmarcarse de
él y criticar el bombardeo norteamericano, y más concretamente a Marine Le Pen, que –acertadamente- ha
condenado la acción de Trump, ha recordado su promesa rota de mantener la paz
en Siria; pero que ante electorado francés –que vota en pocas semanas- que da
en una incómoda posición como presidenciable de una potencia como Francia. Y es
que los nacionalista europeos, deben entender de una vez que -independientemente de que se pueda estar o
no de acuerdo con algunos aspectos del programa de Trump- hace “América grande” está en relación dialéctica
con hacer a “Europa pequeña”.
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