dimarts, 10 de desembre del 2019

FRANCIS FUKUYAMA Y LA HISTORIA INTERMINABLE.


La historia no terminó, nunca lo hará. La predicción teologal que Francis Fukuyama hizo hace poco más de una década se evaporó, en una entrevista publicada en La Vanguardia (16/01/2008), Fukuyama intentó explicarse: “no se me entendió bien. La idea de que la estación de la historia era el socialismo naufragaba con la caída del Muro. Por lo tanto, la verdadera terminal era el liberalismo económico”.  Ni Fukuyama ni el mesianismo neo-con entendieron nunca que la Historia no tiene final. Toda predicción mesiánica –laica o religiosa- entra en irresoluble contradicción cuando se contrasta con la realidad. La experiencia humana viene definida por el polemos la lucha entre pueblos y su voluntad de poder, a través del tiempo, y no tiene un sentido teologal ni una estación final que paralice esta dinámica en el devenir histórico.

En aquellos mismo años diversos “intelectuales” mundialistas hablaron del “fin de las ideologías”, lo que en realidad pretendían es que al liberal-globalista –que también es una ideología-, era la que había triunfado e impuesto a nivel mundial, y además pretendían hacernos creer que la misma no era una “ideología” –con la carga negativa que se deba al término- sino simplemente el único modo posible y lógico de entender el mundo; es decir pretendían afirmar la imposición de la ideología mundialista como pensamiento único a-ideologizado. La mejor del Diablo es hacer creer que no existe.

Después de las predicciones de Fukuyama, la caída del gobierno entreguista y corrupto de Boris Yelstin y la llegada a la presidencia de Rusia de Putin, demostró que el polemos es algo que va más allá de modelos económicos. El ascenso de China ha confirmado lo vacío y erróneo de la falacia de Fukuyama, la pretendida victoria eterna del modelo EEUU, se ha convertido en realidad en el nacimiento de un mundo multipolar, donde cada potencia lucha por la hegemonía mundial, o por la defensa de su hegemonía regional frente a las dos grandes potencias globalistas: EEUU y China.
¿Qué papel tiene Europa en esta fase del eterno devenir histórico? Europa –la civilización europea en su conjunto – tendrá que elegir su destino: o romper con la inexistencia política y la sumisión a los bloques dominantes (EEUU, China) para reivindicar la “civilización europea”, y situarle como uno de los grandes polos político-económicos del multipolar mundo del siglo XXI, o conformarnos con ser una serie de enanos políticos ineficaces e inexistentes como poder real y esperar primero nuestra sumisión político-económica y luego nuestra desaparición como civilización.

La historia no tiene fin.  Pero los pueblos que no son capaces de luchar por su identidad sí que son borrados de sus páginas.

Enric Ravello Barber.

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